Daniel Ortega, con 16 años al frente de Nicaragua, “es, lamentablemente, quien tiene el poder económico, las armas y la fuerza”, y a Arce le preocupa que existan personas en el país que no han conocido más opciones que el actual presidente y su "partidos comparsa".

Nicaragua ha reemplazado a Venezuela como la peor pesadilla para la libertad de prensa en Latinoamérica, asegura Néstor Arce, periodista nicaragüense exiliado, que lleva adelante un medio de comunicación lejos de casa y conoce los entresijos de la región.

Arce llegó a España en septiembre como parte del Programa de Acogida de Reporteros Sin Fronteras (RSF) para “conectar” con otros periodistas, pero también para “seguir denunciando la situación del periodismo en Nicaragua” fuera de la región.

“Dar a conocer lo que sucede con el periodismo centroamericano en Europa es muy importante. A veces hay desconocimiento y llegar a detalles como los casi 200 periodistas exiliados en Nicaragua o que hay periodistas presos dentro del país por hacer un tuit a veces sorprende”, explica en una entrevista con EFE en Madrid.

La población nicaragüense, asegura Arce, “lee y está informada, pero no puede hablar ni en la calle ni en las redes sociales”, pues el régimen “utiliza estos canales a su antojo y te criminaliza si te pronuncias”.

“La gente en sus casas habla con la voz bajita porque si te escucha tu vecino que es simpatizante del Frente Sandinista (el partido en el Gobierno) también te puede ir mal. La información se comenta entre amigos o familia, donde también hay diferencias que te llevan a limitarte aún más para no generar conflictos”, reconoce.

Fraude y control total en Nicaragua

Esta semana se celebraron elecciones municipales en Nicaragua “amañadas, fraudulentas y sin competencia”, según Arce, en las que “se ha conocido que el 100% de las alcaldías se han adjudicado al Frente Sandinista”, por lo que Ortega “concreta su totalitarismo desde el Gobierno central hasta los municipales”.

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“Nicaragua ahora mismo está 100% controlada por el régimen y esto cierra los espacios democráticos de información. Las pocas radios y canales de televisión que quedan en el país han cambiado su agenda informativa, ya no hacen notas sobre política y se limitan a hablar de economía, social o temas internacionales” comenta.

Efecto rebote

El Salvador y Guatemala son, según Arce, países que siguen los pasos de Nicaragua en la “descomposición” de la libertad de prensa y que presentan unos “síntomas autoritarios” que, si no se atienden a tiempo, “van a provocar tener otra Nicaragua dentro de Centroamérica”.

“Nicaragua ahora mismo es un hoyo negro para hacer periodismo y estos países se están encaminando a esa oscuridad. Vemos cómo Nayib Bukele en El Salvador tiene una campaña permanente en contra de la prensa independiente o el encarcelamiento del director de El Periódico en Guatemala”, comenta.

Este asedio a la prensa viene en Nicaragua desde 2007, porque cuando Ortega regresó al poder “ya había bloqueos de información”.

“El propio Ortega nunca ha dado una entrevista a un periodista nicaragüense”, señala.

“La descomposición de la democracia y el bloqueo a la libertad de prensa están presentes desde hace 16 años, pero en 2018 se incrementó la crudeza y represión”, afirma el periodista, quien recordó que el asesinato de Angel Gaona ese mismo año sigue impune.

“Ahora mismo hay tres medios nacionales confiscados y clausurados y toda la redacción de La Prensa, el diario más importante de Nicaragua, está en el exilio”, subrayó.

Un periodismo que no cesa

A pesar de todas las adversidades que enfrentan como periodistas en su país, Arce y el equipo de “Divergentes”, medio que dirige y que crearon en plena pandemia, siguen apostando por un “periodismo creativo, riguroso, que contraste fuentes y que vaya a donde tenga que ir”.

“Queremos consolidar el medio dentro de la región centroamericana, no solo en Nicaragua, hacer un medio por periodistas, sin una estructura de empresa ceremoniosa”, insiste.

Hay momentos donde se cuestionan “si seguir o no”, aunque la “juventud” y el “romanticismo del periodismo” les lleva a continuar aunque no dejan de recibir amenazas en redes sociales o visitas a sus antiguos hogares en Nicaragua de simpatizantes u operadores políticos”.