Javier Milei personifica la oposición al sistema establecido. Durante años, el economista denostó en televisión la política del país. Ahora quiere gobernar él mismo. Muchos jóvenes votantes lo apoyan.

Cantante de rock, arquero de fútbol y profesor de Economía: estos son los tres corazones que, según él mismo cuenta, laten en el pecho de Javier Milei. Ahora también hay que añadir el de político.

Por eso, Milei fundó el pasado mes de julio el partido “La Libertad Avanza”. Junto con otros pequeños partidos liberales, ha elaborado una lista para las próximas elecciones parlamentarias del 14 de noviembre. En las primarias, una peculiaridad del sistema electoral argentino, La Libertad Avanza obtuvo en septiembre un 13%. Suficiente para dar mucho que hablar.

Con Trump y Bolsonaro contra el socialismo

Fueron principalmente los jóvenes quienes votaron por él. Muchos deben sentirse atraídos por su estilo. Su pasado como cantante en una banda de rock se deja notar durante las apariciones en la campaña electoral: suele aparecer con chaqueta de cuero, cantando algún clásico del rock y disfrutando del escenario. El pelo tupido y despeinado que sobresale en todas direcciones le ha valido el sobrenombre de ‘El peluca’.

A menudo se lo compara con Donald Trump o con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y no solo por su estilo poco convencional. A Milei le parece lógico: “Nuestra línea común es la lucha contra el comunismo, contra el socialismo”, dice.

También comparte un pasado como estrella de televisión con Donald Trump. Sin embargo, Milei no tuvo su propio reality show, sino que explicó temas económicos a los argentinos durante años en programas de entrevistas y debates en televisión, así como en revistas especializadas, insistiendo, sobre todo, en cómo la política estaba poniendo piedras en el camino del crecimiento económico.

Económicamente de derecha, socialmente de izquierda

Pero Milei también tiene talento para el espectáculo. En un programa de humor da lecciones a su doble satírico: “el de la derecha no te dejará ir a la cama con quien quieras, el de la izquierda no te dejará hacer negocios con quien quieras… Al libertario no le importa ni con quién haces negocios ni con quién te vas a la cama”, explica.

Pero el liberalismo de Milei va más allá: para él, la recaudación de impuestos es peor que el robo, porque el Estado es sobre todo una máquina que sirve para distribuir beneficios entre la clase política. Describe los beneficios sociales como “antisociales” porque llevan a la gente a depender del Estado y de los políticos que los prometen, socavando la iniciativa propia y el espíritu emprendedor y creativo.

Un argentino seguidor de la Escuela Austríaca

La argumentación sigue la huella de la Escuela Austríaca, cuyos representantes más importantes incluyen al economista Ludwig von Mises, al premio Nobel Friedrich von Hayek y al anarcocapitalista estadounidense Murray Rothbard. Su máxima: un Estado mínimo es lo mejor para la gente.

La mayoría de europeos sacuden sorprendidos la cabeza sin comprender estas tesis libertarias. Al otro lado del Atlántico son mucho más conocidos y reconocidos, explica el profesor de Economía argentino alemán Federico Foders: “La Escuela Austríaca definitivamente tiene una larga tradición en Argentina”, señala.

Descontento hacia el poder

Foders puede entender que Milei alcance tanta resonancia entre los votantes argentinos: “Da prácticamente igual qué gobierno estuviera en el poder en Argentina, lo primero que hace el gobierno es proporcionar a su clientela puestos, licencias y contratos gubernamentales, y cobrar por todo ello”. El resultado ha sido un declive económico sin precedentes en el país. Y muchos argentinos están profundamente decepcionados por ello.

Cualquiera que ya haya estado en Buenos Aires puede atisbar hasta qué punto las cosas han venido decayendo: grandes bulevares y magníficos edificios de estilo clásico o art noveau, que llegaron de Europa con los inmigrantes del siglo XIX, caracterizan el centro de la capital argentina. En muchos lugares se siente uno como si estuviera en un museo de arquitectura. Sin embargo, el panorama está cada vez más deteriorado.

Un país rico mal gestionado

De hecho, Argentina era uno de los países más ricos del mundo hace apenas cien años. La renta per cápita era muchas veces superior a la de Alemania, Gran Bretaña o Estados Unidos. Argentina soñaba con convertirse en una gran potencia. Porque mientras Europa y Estados Unidos estaban en dos guerras mundiales, Argentina ganaba dinero abasteciendo al mundo de cereales, carne y otras materias primas.

El problema es que eso ha seguido haciendo hasta hoy. En lugar de utilizar la riqueza para invertir en educación, industrializar el país y crear así una economía viable para integrar la masa de inmigrantes que llegaba, a menudo sin medios, las élites se limitaron en gran medida a repartir lo que había, principalmente, entre ellos mismos.

¡Make Argentina great again!

“En eso no ha cambiado mucho la cosa hasta el día de hoy”, explica el economista Foders, nacido en Argentina. Además, hay una política fiscal completamente deficiente, que no solo ha llevado a Argentina de una bancarrota nacional a otra durante décadas. También da como resultado una inflación promedio del 24 por ciento anual durante los últimos 60 años, sin contar los 15 años en los que la tasa fue de tres o incluso cuatro dígitos. “Un gobierno tras otro ha demostrado ser incapaz de sacar al país de la crisis a largo plazo”, lamenta el experto.

Los países vecinos, como Chile, Brasil y Uruguay e incluso México, tienen ahora un ingreso per cápita más alto que Argentina. Por eso, no es de extrañar que Milei apele al orgullo de los argentinos con consignas concisas: “El liberalismo puro y duro convirtió a Argentina en una potencia mundial”. Y eso es exactamente lo que Milei quiere reintroducir en Argentina. Entrar a la Cámara de Representantes sería un primer paso. En 2023, Javier Milei aspira a llegar a la presidencia.