Álvaro Uribe, el expresidente y político más popular de este siglo en Colombia, es interrogado este martes por el máximo tribunal en un proceso que podría desencadenar su eventual juicio por manipulación de testigos.

Es la primera vez que un expresidente colombiano responde en indagatoria ante la Corte Suprema.

Uribe, quien gobernó entre 2002 y 2010 con una política de seguridad de mano dura tan aplaudida como criticada, ingresó a la diligencia fuertemente escoltado. A las afueras del Palacio de Justicia se congregaron simpatizantes y opositores.

La indagatoria -a la que asiste sin medida de captura- se cumple a puerta cerrada en el tribunal que juzga a los aforados.

El peso político y popularidad del también senador Uribe -jefe del partido en el poder y mentor del actual mandatario Iván Duque- hacen que su caso trascienda el ámbito jurídico y más cuando restan días para las elecciones locales del 27 de octubre.

De 67 años, el exmandatario derechista enfrenta una investigación por manipulación de testigos en su calidad de senador, que podría llevarlo a juicio por dos delitos relacionados (soborno y fraude procesal) y que son castigados con unos ocho años de cárcel.

“No hay una palabra mía que viole la ley”, sostuvo Uribe.

“Yo resumo a Álvaro Uribe Vélez en una palabra: honorabilidad”, dijo en tanto Duque este martes.

Colombia entra así en una tendencia que ha marcado a los países latinoamericanos: la de expresidentes populares investigados o enjuiciados tras dejar el poder y cuyos casos se convierten en terremotos políticos.

Ocurrió así con Lula en Brasil, Cristina Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, Alberto Fujimori en Perú o Ricardo Martinelli en Panamá.