El Tribunal de Apelación de Casablanca condenó hoy a dos periodistas marroquíes a seis y un año de cárcel, respectivamente, por un delito de violación sobre una colega.

Omar Radi, el principal acusado, ha sido condenado a seis años de cárcel por la violación de Hafsa Boutahar -relación que él asegura que era consentida-, mientras que su colega Imad Stitou ha sido condenado a un año, la mitad de él en libertad condicional, por no denunciar el delito anterior.

Nada más pronunciar la sentencia, la mayoría de la sala, donde abundaban los amigos y familiares de los periodistas, estalló en sollozos o en gritos como “Esta es la justicia de las torturas, no la de las libertades”.

Los hechos juzgados se remontan a una noche de julio de 2020, cuando Radi y Boutahar, que trabajaban juntos en un medio digital, tuvieron relaciones sexuales -consentidas, según él, y forzadas, según ella.

El único testigo que pudo haber establecido la verdad era Imad Stitou, presente en la habitación, pero el tribunal lo declaró cómplice y ya no pudo comparecer como testigo.

“Omar e Imad están en medio de un conflicto entre Marruecos y el mundo”, dijo a Efe Dris Radi, el padre de Omar, nada más conocerse la sentencia en un ambiente electrizado.

Además de la acusación de violación, Radi estaba perseguido por atentar contra la seguridad del Estado, pero ha primado la condena más dura, que era la de violación.

Omar Radi es precisamente uno de los protagonistas de la investigación periodística revelada hoy por un consorcio de medios europeos y americanos sobre el uso del programa Pegasus, desarrollado por la sociedad israelí NSO, para espiar a periodistas y opositores a través de sus teléfonos móviles.

Radi es uno de los marroquíes supuestamente espiados por su propio Gobierno, aunque hoy el Ejecutivo de Rabat negó tales prácticas.

Amnistía exige a Marruecos “un nuevo juicio justo” para Omar Radi

Las autoridades de Marruecos deben garantizar “un nuevo juicio justo con estándares internacionales” para el periodista crítico Omar Radi, se lee en un comunicado que publicó Amnistía Internacional.

Según Amnistía, Radi “ha sido objeto de acoso por su valiente periodismo en el que critica las violaciones de los derechos humanos y expone la corrupción”, y durante todo el proceso ha sido privado de una defensa apropiada, con trabas para reunirse con su equipo de abogados o negativas para llamar a testigos.

En junio del pasado año, Amnistía desveló que Radi estaba siendo espiado con el programa Pegasus de la compañía israelí NSO, un programa que solo se vende a gobiernos y que consiste en una infiltración en el teléfono de una persona para acceder desde él a todas sus conversaciones, contraseñas y agendas.

Según Amnistía, el gobierno marroquí comenzaron a espiar el teléfono de Radi desde diciembre de 2017, y fue tras esa vigilancia que el periodista fue detenido, acusado y juzgado, dando a entender que fue la vigilancia de ese teléfono la que llevó a la formulación de cargos contra él.

El gobierno de Marruecos -continúa el comunicado- respondió con una campaña de descrédito para con Amnistía y sus métodos de trabajo.