Como todo en este mundo, dice María Luisa Godoy (41), sus navidades han tenido de bueno y de malo.

Los recuerdos de la conductora del matinal Buenos días a todos se remontan a 2011 y 2013. En la primera, vivió uno de los días más felices de su vida cuando su ahora esposo, Ignacio Rivadeneira, le pidió sorpresivamente matrimonio.

En la segunda, debió sepultar a su padre Domingo, tras morir un 23 de diciembre.

Es, dice, “como es la vida, que tiene cosas muy alegres y también dolorosas. Uno tiene que aprender a equilibrarlas todas. Al final la vida es un poco eso”.

El compromiso

Ya era 25 de diciembre de 2011 cuando su entonces novio, Ignacio, llegó a la casa de la periodista para saludarla por las fiestas. Ella estaba con su hermana y su padre de 90 años, que había enfermado tiempo atrás.

Ignacio lo tenía todo planeado, sólo estaba buscando el momento perfecto. Llevaba hasta el anillo, cuenta Godoy.

“Yo justo me iba de Chilevisión”, canal en que estuvo en Gente como tú, dice, por lo que había decidido viajar, recorrer Europa por unos meses aprovechando que no tenía hijos ni contrato.

Cuando llegó su pareja fue que, en medio de la conversación, le contó lo de sus ganas de salir del país. Y la sorpresa no tardó en llegar. “Él me dice ‘por qué no en vez de irte de viaje, te casas conmigo y nos vamos juntos?"”, recuerda. Llevaban un año y medio juntos.

“Me pidió que nos fuéramos de luna de miel juntos, menos tiempo por su puesto. Mi viaje se suspendió (…) Me sacó el anillo y todo, un momento muy bonito”, rememora.

Y en junio siguiente se casaron, sin esperar que dos años más tarde, juntos, pasarían de esta alegría a la tristeza en la misma fecha.

Domingo

El también reconocido político nacional, Domingo Godoy, seguía enfermo. Se había ido a vivir con María Luisa e Ignacio. La última Navidad, dice la comunicadora, la pasó con ellos.

“Él se murió un 23 de diciembre de 2013, entonces lo enterramos un 24. Eso ha sido una Navidad triste”, dice.

Esa fiesta, mira hacia atrás, “la pasé con mis hermanos. Todos con mucha pena. Nos acostamos temprano. Ninguno tenía hijos y nadie tenía que esforzarse por hacer algo. Nada”.

“Cualquier persona que haya perdido un ser querido muy cercano, siempre te dicen que lo más doloroso es cuando viene en fechas importantes (…) momentos que te lo recuerdan y que te da más pena. Es triste, es innegable que no sea así“, agrega.

Era, dice, “un hombre alegre, lleno de energía. Sencillo, simple. Gozador, que disfrutaba las cosas simples de la vida. Era muy humano, muy gracioso, siempre era el alma de la fiesta. Muy culto. El que tenía más cuentos, más historias”.

En familia

A sus cuatro hijos, Violeta, Jacinta, Luisa e Ignacio, siempre les habla de Domingo.

“Les cuento y les hablo mucho de su tata, pero obviamente que hay ahí una pena de que ya no está con nosotros. Y justo es el aniversario de muerte”, sostiene.

“Entonces, la Navidad tiene las dos cosas, me acuerdo de mi papá, les hablo de su tata, les cuento como era, y me da pena pero también me siento muy feliz de la familia que tengo”, añade.

Y esta fiesta no será la excepción. Recordar, dice. Celebrarlo de alguna manera y “todo muy en familia”.