Es un afortunado, dice. Desde su ventana está mirando la bahía mientras habla. Ve unos cisnes de cuello negro y unos flamencos. Son unos 15 o 18, cuenta. Está en Chiloé, alejado de todas las luces, las cámaras, el ruido y el escándalo de la semana. Su único escándalo, ahora, es la estrepitosa lluvia del temporal. Llegar a vivir a la isla nunca fue la decisión de Jordi Castell (54).

Fue un accidente, afirma. Pero de esos a los que hay que hacerle caso, dejarse llevar. Con su esposo, Juan Pablo Montt, con quien, en un acto simbólico, contrajo el Acuerdo de Unión Civil en enero de 2020 siempre iban a vacacionar a unas cabañas en la isla. Allí, cuenta, vive una tía de él.

Se fue a esas tierras por unos días en medio de la pandemia, antes de que decreten, por quién sabe cuánta vez, una cuarentena en su comuna en la capital. Se quedó, se fue quedando, y no se ha ido en los últimos tres meses. Iba sólo por diez días. “Así empieza el accidente más rico que he tenido en mi vida, que es básicamente quedarme aislado acá, en una isla”, dice.

-¿Te vas a quedar a vivir en Chiloé por siempre?-, le preguntamos.

-No sé. No me hagas preguntas difíciles, porque no tengo idea-, responde.

La escapada

Está a unos 18 kilómetros de Ancud y a dos del minimarket más cercano, pero no ha estado del todo lejos de la televisión. Su última aparición fue en Chilevisión, en un programa de fotografía en que compartió con el periodista Jean Philippe Cretton, que terminó de grabar un día antes de tomar el vuelo, pero que sigue siendo emitido.

Dice que está en ese momento en que, sea maña o no, hace sólo lo que le causa felicidad que lo dejan tranquilo cuando se va a acostar. Estas cosas, afirma, “me hacen distanciarme de lo ingrato del tiempo que estamos viviendo. Trato que mi trabajo sea un refugio”. Una de ellas es la actividad que realiza junto a otros rostros de televisión con la Viña Bouchon. Está, en medio de un largo proceso, creando un nuevo vino.

-¿Por qué decidiste irte?-, consultamos. Jordi rápido hace ver el error.

-No. Yo no decidí nada-, corrige. -Si te digo que es un accidente, es porque nada de lo que está pasando en este minuto ni nada de la felicidad que siento, la planifiqué o la busqué-.

En Santiago dejó todo. Apunta a que la ciudad es una estafa al lado de lo que está viviendo. En sus tierras, lo más fuerte que escucha es la lluvia o el viento.

-Es un infierno -dice sobre la capital-, miseria humana, gente tocando la bocina… y con todo respeto lo digo, pero creo que salió la peor versión del ser humano desde que comenzó la pandemia-.

El circo pobre

Está agradecido de su tiempo en televisión, pero confiesa que largo tiempo trabajó en lugares que no le gustaban: los matinales.

-Eso del carrusel de contenidos -comenta- y eso de jugar con las emociones de una forma tan falsa como son los matinales, de pasar del horóscopo a la entrevista con el ministro, luego ir a la señora que le reventaron las tripas y después a la niñita que desapareció no sé donde. No. No tengo personalidad para eso-.

Trabajó, también, largo tiempo en el programa de espectáculos Primer Plano. Compartió espacio con Ignacio Gutiérrez, Francisca García-Huidobro, Julio César Rodríguez y un sinfín de invitados ligados al espectáculo que pasaron por el set. Ahora, en momentos en que en pantalla abierta sólo queda el Me Late de TV+, el entretenimiento está a la baja en pantalla.

-Queda la sensación de que la farándula medio murió-, emplazamos. Está en desacuerdo y asegura que está más viva que nunca.

-Al menos en la época en que yo trabajé, jugábamos un poco con la intimidad de las personas inofensivas. Siento que ahora la farándula tuvo un upgrade y (…) la están haciendo los honorables del Congreso que van a paneles de matinales -opina-, principalmente al matinal más visto que es el de Chilevisión, donde todos hacen un desfile de egocentrismo y narcisismo, mientras todos los estúpidos de los chilenos les estamos pagando el sueldo. Eso es farándula, decadencia pura. Ahí tienes miseria, ahí tienes sinverguenzura, ahí tienes televisión pornográfica. Eso es el país que somos-.

Rememora que, en sus tiempos, hablaban de la modelo que tenía alguna relación con un futbolista, de la que se puso implantes mamarios, de las fiestas, de las peleas y hasta, bromea, de que uno le cortó la uña al otro.

-En algún minuto fue juzgado porque eran contenidos banales -recuerda-, pero me parece que lo que está pasando ahora es profundamente más decadente que lo que hacíamos nosotros-.

No es quién para criticar, asevera para excusarse cuando le consultamos sobre su opinión, pero decide hablar desde su calidad de ciudadano.

Es un circo pobre de perversos intelectuales que son los ejecutivos que están en los canales -dice-, que lo hacen muy bien por lo demás, que piensan muy bien en lo que van a poner. A títeres que están sacados del Congreso, que son los mismos que se colgaron del Estallido social-. Los mismos, continúa Jordi, que fueron parte del Acuerdo del 15 de Noviembre para callar a quienes fueron a Plaza Italia, que más tarde fueron a votar. -Un círculo vicioso-, teoriza.

-Esto es un circo pobre -apunta-. Esto es farándula. La farandulización de la política, de los ideales, de los valores. De cómo se jugó con la dignidad de la clase obrera-.

Risas para la Suma Urgencia

El 1 de junio pasado el presidente Sebastián Piñera sorprendió al anunciar Suma Urgencia al proyecto de Matrimonio Igualitario que llevaba durmiendo en el Congreso desde el 2017. Jordi vio el momento, y más allá de algún atisbo de esperanza, se rió.

Apunta parejo a Bachelet y a Piñera. -No sé si te acuerdas -comienza-, pero en el año 2005, la Coni Santa María estaba entrevistando a Bachelet en un programa político y le preguntó directamente qué piensa del Matrimonio Igualitario. Ella dijo que no estaba de acuerdo. Y cuando estaba dejando su período para pasárselo a Piñera, aparece junto a todos los de la Fundación Iguales a dejar la propuesta. A 15 días de dejar su mandato-, agrega. Para él, comenta luego, fue más una provocación que un favor.

Ahora, continúa, Piñera dice exactamente lo mismo y casi al mismo tiempo que su antecesora. -Te juro que me encantaría que alguien venga a ponerle el cascabel al gato-, dice.

El anuncio, afirma, no le da ni un ápice de esperanza, aún cuando pertenece a la comunidad de la diversidad sexual. Lo único que le daría esperanza, señala luego, es que se acaben los polos políticos, a quienes acusa de destruir todo lo que se intenta construir. -No podemos avanzar ni un centímetro más mientras existan -enumera- las Camilas Vallejo, las Marcelas Cubillo, los José Antonio Kast…-

-Qué fuerte lo que dices-, emplazamos.

-Es que ellos lo único que están haciendo es eso -se explica sin retroceder-. Ellos hacen eso con la clase política. Ellos están, precisamente, para destruir todo lo que se intenta construir. No puedo, en este minuto (…) quedarme tranquilo si uno de los candidatos con más porcentaje en las encuestas es comunista. Y no soy de derecha, para nada. Con la misma intensidad te digo que tampoco puedo votar a un candidato Opus Dei que no está de acuerdo con el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Dice luego que, aún así, le encantaría contraer matrimonio, haciendo la diferencia con la unión civil porque le gustaría que el hombre a quien ama se quede con todo lo que construyeron juntos. Y, a su estilo, se nota un dejo de enfado al hablar del tema.

-Es un poquito humillante que a mis 54 años tenga que seguir dando explicaciones por una sexualidad que yo no elegí -comenta-. Yo no elegí ser marica y es humillante que esto siga siendo tema (…) ojalá que esto alguna vez se acabe y nunca más me pregunten. Por qué tiene que seguir siendo tema, si esto debe estar protegido por ley-, puntualiza.