La actriz Tamara Acosta se sinceró con Martín Cárcamo en su programa “De tú a tú”, donde habló de diversos temas que han marcado su vida, desde convertirse en madre a los 40 años –con fertilización asistida- hasta lo que significó su participación en la serie “Los 80”.

“La maternidad para mí fue un golpe. Con todo lo maravilloso que es ser mamá, también tiene una carga de responsabilidad, de miedo. Yo no sé si le pasa a todas las mamás, yo creo que sí, pero como yo tengo una sola hija, y como nos costó tenerla, fue un milagro de la ciencia, no sé, para mí fue un cambio súper importante”, confesó la artista.

Acosta estuvo casada por una década con ‘Tebi’ (Sebastián Araya) antes de tener a su hija Olga, pero nunca pensó, ni trató de tener hijos, hasta que un día se detuvieron y se preguntaron si querían o no ser padres. “Como ya éramos mayores para tener hijos, nos fuimos los dos a hacer unos estudios, como para ver si estaba todo bien”, recordó.

“El doctor nos llama y nos dice, ‘hay un problema, vengan a verme’. Y nos dice que los espermios son deformes y no se mueven, o sea, cero posibilidad. ‘Ustedes no tienen posibilidad de embarazarse naturalmente’”, dijo.

Si bien la noticia fue un golpe fuerte y sorpresivo, el buen sentido del humor de su pareja hizo que las cosas fueran más fáciles. “Para mí fue más fuerte porque yo soy súper programada y tenía todo programado: me iba a quedar embarazada en tal fecha, voy a tener a la guagua en tal fecha, voy a volver a trabajar en tal fecha, era todo así… y de repente no, y fue un cachetazo de la vida que te dice: ‘no es cuando tú decidas, es cuando ‘algo’ decida’”, reconoció.

En ese momento comenzaron un tratamiento de fertilización asistida. “No es fácil, es bien estresante porque uno tiene la ansiedad de que todo resulte y quedar embarazada. Mucho trámite médico que no es agradable. Siempre hay que estar esperando, es todo como un trámite médico, es rarísimo (…) es todo muy impersonal”, confesó.

Tras un intento fallido, su ánimo se fue al piso. “Es súper frustrante porque uno dice, ‘¿y cuántas veces más voy a pasar por esto?’ o el destino nos está diciendo no, tratar de agarrarse de alguna señal. Y dijimos, bueno probemos una vez más y ahí seguimos evaluando”, comentó.

Según la actriz, el tratamiento tiene un valor aproximado de 5 millones de pesos. En su segundo intento, afirmó que lo hicieron con menos aprensión, y fue en esa oportunidad que un óvulo tuvo una buena reacción.

“Me voy hacer el examen de sangre, me voy a mi casa y al día siguiente me llama Fernando (el médico) y me dice, ‘estás embarazada’. Yo no sabía qué hacer, y le digo, ya, ¿y ahora qué hago? (…) Era todo como rarísimo porque uno está igual… pura risa nerviosa de empezar algo súper desconocido, los embarazos son así, ahí uno aprende que uno no puede planificar nada”, confesó Tamara.

Finalmente la actriz se convirtió en mamá a los 40 años. “Yo vivía una vida tan fácil antes de quedar embarazada, es todo como esperar algo, es ir pasando obstáculos, entonces te da vuelta la cabeza, te enseña a decir no, no eres el dueño de nada”, dijo.

Depresión posparto

“¿Qué te pasa cuando vez por primera vez a tu hija?”, le pregunta Martín, a lo que ella responde: “Es loquísimo, yo dije: ¿quién es esta persona? Es un amor infinito”.

“Empecé a sentir mucha angustia, mucho miedo, aparte de este amor infinito, eran las dos cosas mezcladas. Una ambivalencia terrible una sensación de catástrofe, un miedo a que pasara algo”, reveló.

La actriz sufrió depresión postparto tras dar a luz, “Es una sensación rarísima que tiene que ver con la depresión de un parto, básicamente, una sensación como que iba a suceder algo terrible, en general (…) Yo creo que pasé un mes con la guagua en brazos y como aterrorizada, no me podía mover, como dando teta petrificada de miedo. Y sin soltar a la guagua, ni siquiera se la soltaba al ‘Tebi’. Me daba miedo soltarla, me daba miedo dejarla, dejarla en la cuna”, contó.

La actriz sufre depresión endógena, por lo que que era esperable que la depresión postparto la golpeara. Sin embargo, un tratamiento médico la ayudó.

La depresión de Tamara comenzó a los 14 años y según contó experimentaba “mucha tristeza, mucho sin sentido, el sentir que nada tiene sentido”.

“Me sentía muy sola, me encerraba harto, lloraba harto sin saber por qué. Por una pena profunda que podía durar meses. Y después durante mucho tiempo, hasta los 30, por un episodio de depresión mayor, me diagnostican una depresión recurrente”, reconoció.

“Ahí sí era sin poder moverse, con crisis de angustia, crisis de pánico y sin poder levantarse de la cama. Ni siquiera te puedes levantar, bañarse es como subir el Everest. Y la sensación de que no quieres estar en la vida. El dolor es tan grande que uno trata de que cualquier cosa que aplaque ese dolor es mejor que esto”, dijo.

“¿Pensaste en el suicidio?”, pregunta Martín.

“Sentí ganas de no estar. No pensé como, voy a hacer esto para no estar y suicidarme, pero sí algo que me aliviara… y si hubiese tenido algo que me aliviara, sí. Y ese es el peligro de las depresiones, que terminan en suicidios porque no se soporta”, reconoció Acosta.

“¿A qué te refieres con algo que te aliviara?”, insiste Cárcamo.

“No planifiqué un suicidio pero recuerdo haber ido manejando y haber pensado -y tener las ganas- de soltar (el manubrio). Y tuve la lucidez de decirme a mí misma, ‘chuta, ojo’. Ahí me internaron, estuve unos días en una clínica porque yo llamé al psiquiatra y le dije, ‘está grave la cosa, estoy con pensamientos suicidas’. Y ahí es cuando me regulan los medicamentos, pero fue lo que me salvó”, agregó.

“Cuando empiezas a sentirte un poquito mejor, es como nacer de nuevo. Empiezas a palpar la vida, nuevamente. Pero uno viene como salido de una operación a corazón abierto, hecho mierda”.

Tamara Acosta dice que al diagnosticarle la depresión sintió un alivio: “sentí que me decían que tú no estás loca, que no eres complicada, no. Tú tienes una enfermedad y esta enfermedad se trata de esta manera, listo. Uno aprende a conocerse también y uno sabe cuáles son los límites”.