El mundo radial del Bío Bío está de luto. Este martes 2 de diciembre falleció Juan Antonio Rojas Morales, histórico locutor y animador conocido por todos como “El Cachirupi”, una de las voces más influyentes y queridas de la región durante más de 35 años.
Su muerte, a los 79 años de edad, fue confirmada por familiares y por Radio Punto 7, la que fue casa del locutor por largos años en el horario matinal.
Muere Juan Antonio Rojas “Cachirupi”
Juan Antonio Rojas construyó una relación única con el público, al que acompañó cada mañana desde el dial de Radio Punto 7, donde se convirtió en un referente de cercanía, humor y compañía cotidiana.
De acuerdo a Página 7, “Cachirupi” nació en una familia numerosa en Coronel, con 12 hermanos y padres que él siempre describió como pilares de su vida. De joven fue seleccionado de básquetbol en Concepción y practicó atletismo, salto alto y salto con garrocha.
Tras terminar la enseñanza media debió salir a trabajar. Se describía como un “maestro chasquilla” que hizo de todo antes de llegar a las comunicaciones.
Su vida tomó un giro en 1974, cuando estuvo detenido por motivos políticos y debió exiliarse a Argentina durante la dictadura en Chile. Así, vivió tres años en Buenos Aires, donde trabajó en distintos oficios y mantuvo un estrecho vínculo con el folclore y la guitarra.
Desde ese periodo también nació su apodo: “El Cachirupi”.
A su regreso a Chile en los años 80 comenzó su camino en la radio. Ingresó como reportero a Radio Interamericana y luego pasó por Radio Caracol.
Su llamativa voz grave lo llevó a ser reclutado por Radio El Carbón. Desde allí su presencia se expandió a Radio Bío-Bío en Concepción y Temuco, hasta llegar definitivamente a Radio Punto 7, donde trabajó cerca de 16 años.
Su nombre en el Bío Bío y Concepción
“Cachirupi” no solo fue locutor: fue animador, consejero y figura cotidiana en hogares, taxis, ferias y locales de comida.
Miles de auditores confiaron en él para desahogarse, contar problemas personales o compartir alegrías. Una vez incluso intervino en vivo para evitar que un auditor atentara contra su vida.
En paralelo, animó decenas de eventos en toda la región y fue rostro habitual de festivales, bingos y celebraciones populares. Su presencia garantizaba cercanía con el público.
En los años 90 conoció a su esposa, Cecilia Salazar, a quien él llamaba cariñosamente “la injusta”. Tuvieron dos hijos: Florencia y Sebastián.
Fuera del micrófono, Rojas era un hombre sencillo. Cocinaba, hacía las compras y se dedicaba a las labores del hogar. Reconocía que su familia lo llevó a equilibrar la vida laboral, luego de años en los que trabajó incluso en Navidad o Año Nuevo.