El 12 de mayo de 1937, Jorge VI subió al trono británico luego que su hermano Eduardo VIII abdicara por amor. El rey asumió la tarea en medio de la polémica y tuvo que hacerse cargo de restablecer la confianza del pueblo en la monarquía.

Jorge estaba casado con Isabel Bowes-Lyon y tenía dos hijas, Isabel de 11 años y Margarita de sólo 6, quienes estaban siendo educadas en casa. La madre de las niñas y su intitutriz, Marion Crawford, se encargaron de supervisar su educación la que estaba basada en historia, lenguaje, literatura, matemáticas, francés, danza y música.

Según las ha descrito la historia, las hermanas no podrían haber sido más diferentes, pues mientras Isabel era un niña centrada y sensible, Margarita tenía una gran energía y era algo desordenada.

Sus primeros años de vida los pasaron en una casa en la calle Piccadilly, cercana al parque Hyde. Tenía 25 habitaciones y un gran jardín donde podían jugar con otros niños. Sin embargo, cuando su padre asumió como Rey, la familia se mudó al Palacio de Buckingham, donde su vida cambió completamente.

Princesas Isabel y Margarita | Buckingham Palace
Princesas Isabel y Margarita | Buckingham Palace

Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, las princesas fueron enviadas al castillo de Windsor, donde permanecieron durante todo el conflicto. Su estadía en el lugar tampoco fue ideal, pues se lanzaron más de 300 bombas en zonas cercanas, lo que obligaba a las princesas a esconderse en bóvedas subterráneas del castillo.

A pesar de los intentos de todos por mantenerlas a salvo, Isabel quería involucrarse en lo que estaba pasando por lo que le pidió repetidas veces a su padre ayudar al pueblo de alguna forma. Él accedió y a los 14 años le permitió realizar su primera intervención radial en un programa infantil de BBC llamado Children’s Hour.

Desde ese momento, comenzó poco a poco a tener mayor protagonismo. En 1945, ingresó al Servicio Territorial Auxiliar de Mujeres como subalterna segunda honoraria. Allí se formó como conductora y mecánica, luego fue promovida a comandante júnior (capitán) honoraria.

Archivo | Agence France Press
Archivo | Agence France Press

Una salida real

El 8 de mayo de 1945 llegó el Día de la Victoria, el momento que tantos europeos soñaron desde el inicio de la guerra. Tras una lucha intensa, los Aliados aceptaron la rendición de la Alemania nazi y la fiesta estalló en todo el continente. Winston Churchill incluso alentó a los ingleses a tener un “breve período de regocijo”.

El ambiente de celebración era tal que incluso las princesas Isabel y Margarita quisieron unirse a la fiesta. Las jóvenes de entonces 19 y 15 años rogaron a sus padres que les dieran permiso para festejar con el pueblo y finalmente lo consiguieron.

Los padres de las princesas aceptaron bajo la condición que fueran acompañadas de un grupo de 16 personas de confianza que incluyó a Margaret Rhodes, prima de la entonces futura Reina, y a Peter Townsend, quien más tarde se convirtió en el amor prohibido de Margarita.

Día de la victoria | IBTimes UK
Día de la victoria | IBTimes UK

Tras aparecer junto al Rey y la Reina en el balcón del palacio para saludar a la gente, las princesas planearon su aventura inolvidable, la que quisieron hacer a pie para tener mayor contacto con el pueblo.

En una entrevista concedida a la BBC en 1985, Isabel II recordó que ella y su hermana estaban aterradas de ser reconocidas por la gente, por lo que se ocultaron bajo sus abrigos y bajaron sus capas hasta la altura de los ojos. La entonces futura Reina llevó su uniforme de Servicio Territorial Auxiliar, mientras que Margarita optó por un vestido más glamoroso.

El grupo salió por la puerta trasera del Palacio de Buckingham, donde se encontraron con una masa de gente que vitoreaba a la familia real. “Aclamamos al rey y la reina en el balcón y luego caminamos por la calle. Recuerdo filas de personas desconocidas que entrelazaban sus brazos y caminaban por Whitehall, nos arrastraron en una ola de felicidad y alivio”, aseguró la monarca.

Día de la Victoria | ONS Visual
Día de la Victoria | ONS Visual

El grupo avanzó por el centro de Londres donde se encontraron con el legendario jazzista Humphrey Lyttelton, quien tocaba la trompeta en la parte trasera de un camión. Se detuvieron a bailar un momento, pero siguieron caminando sin que nadie los reconociera.

“Bailamos conga alrededor de Piccadilly Circus y Trafalgar Square, y nos subimos a un automóvil propiedad del duque de Norfolk, quien estaba enamorado de una de mis amigas. Pensó que la llevaría en su pequeño automóvil abierto, pero no contó con que iríamos 15 de nosotros apretujándonos también”, recordó en el diario inglés The Telegraph Jean Barker, baronesa de Trumpington, que también fue parte del grupo.

Más tarde llegaron a una fiesta en el hotel Ritz, reconocido por su solemnidad. “Por alguna razón, decidimos ir a la puerta del Ritz y hacer una fila de conga. El Ritz siempre ha sido tan sofocante y formal. No creo que la gente se haya dado cuenta de quiénes estaban en la fiesta, creo que pensaban que era solo un grupo de jóvenes borrachos. Recuerdo a las ancianas que parecían levemente sorprendidas”, afirmó Rhodes.

Princesas Isabel y Margarita | Buckingham Palace
Princesas Isabel y Margarita | Buckingham Palace

Tras la fiesta decidieron volver al palacio, pero optaron por ir por calles comúnmente consideradas peligrosas. “Hubo lugares como Green Park y St James’s que uno nunca hubiera atravesado de noche en la guerra, y allí estábamos. Había gente se besándose y abrazándose e incluso haciendo el amor. Me sorprendió, no había experimentado ese tipo de cosas antes en público “, comentó otra acompañante del grupo, Jean Woodroffe.

Durante toda la aventura, el grupo celebró con varios desconocidos. Incluso la prima de Isabel compartió con un marino a quien besó en la mitad de la noche, pero que jamás volvió a ver. “Estoy segura que estaba casado”, bromeó Margarita.

En lo que sí son claros todos, es que ninguna de las princesas bebió alcohol, aunque sí bailaron con extraños, que por supuesto, no las reconocieron.

El grupo volvió a Buckingham en mitad de la noche. Los Reyes estaban esperando a sus hijas levantados, aunque al parecer no hubo mayores problemas, pues siempre desearon que las jóvenes pudiesen tener contacto con la gente normal. Los asesores del rey, sin embargo, desaprobaron toda esa noche.

“-Esa salida- Creo que es una de las cosas que la Reina recuerda con gran felicidad. Ninguna de las dos había hecho algo remotamente similar”, comentó Rhodes.

“Siempre pensé que fue muy inteligente que el Rey y la Reina Isabel [la Reina Madre] dejaran salir a las chicas esa noche, con toda esa gente a su alrededor. Sabían que era algo que nunca olvidarían”, finalizó.