Antes de llegar a los puntos de venta los “smartphones” pasan por diferentes pruebas de calidad para garantizar una resistencia a golpes, caídas o temperaturas, entre otras variables. Cada fabricante establece sus criterios y muchos cuentan con sus propios laboratorios con las pruebas más exigentes.

Este es el caso de OPPO, que en 2008 creó OPPO QE Reliability Lab con el propósito concreto de “mantener una calidad de producto alta y estandarizada”.

“Los productos OPPO solo pueden llegar a los consumidores si han superado con éxito una rigurosa prueba de 150 exámenes“, explicaron los expertos de la compañía.

Los smartphones se han convertido en algo indispensable para la vida cotidiana, por lo que deben ser capaces de soportar una amplia variedad de situaciones que ocurren en el día a día.

Con esta idea en mente, OPPO ha probado los terminales de la serie Reno6 en una variedad de condiciones extremas para poder asegurar que el producto pueda resistir casi a cualquier situación que pueda surgir.

28 mil Caídas

Que se caiga el smartphone es posiblemente el accidente más común. Para asegurarse de que pueda sobrevivir a la mayoría de las caídas, se probó el Reno6 en una variedad de escenarios de caída simulada. Para aprobar con éxito este test de caídas, el teléfono debe sobrevivir al examen sin grietas, sin componentes desprendidos y sin fallos en su funcionamiento.

La prueba de caídas simula un escenario de caída libre desde varias alturas. En este caso concreto, se fijó a una altura de un metro, lo que supone un 25% más frente a las pruebas estándar de la industria, que es de 0,8 metros.

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Prueba de resistencia | OPPO

Esta simulación se realizó entre 12 y 24 veces, haciendo caer el teléfono en sus 6 superficies, sus 8 esquinas y sus 12 bordes. Para simular escenarios aún más extremos, el teléfono se dejó caer de la misma manera, pero desde una altura de 1,5 metros.

No obstante, en el día a día es mucho más probable que el teléfono se caiga casualmente sobre superficies más normales, como una mesa o una cama, en los que la distancia de caída es mucho menor que la simulada en los casos mencionados anteriormente.

Para probar estas situaciones más comunes, se dejaron caer 28.000 veces desde una altura de 10 centímetros, un nivel muy superior al estándar de la industria, que lo hace en un margen de 5.000 a 10.000 veces.

Giros a 3,5 revoluciones por minuto

Más allá de estos escenarios comunes, este producto también se sometió a lo que se conoce como “Tumble Test”, para simular una fuerte colisión del smartphone.

En esta prueba, el teléfono se coloca dentro de una carcasa de un metro de largo que gira a una velocidad de 3,5 revoluciones por minuto durante 8 o 10 giros, para simular que el teléfono cae desde una altura de 1 metro 300 veces.

Esto imita las condiciones en las que el teléfono podría caer y chocar fuertemente contra una superficie dura, garantizando así que el dispositivo final sea resistente a todas las posibles caídas diarias.

Lluvia y temperaturas de -40 a 75 grados

Otra especificación importante es la impermeabilización y protección contra la lluvia, así que los técnicos del laboratorio simulan una lluvia “fuerte”. Durante la prueba, el teléfono se rocía con agua sobre sus cuatro superficies en un ángulo de 75 grados y también se prueba mientras el teléfono está reproduciendo vídeos o realizando una llamada de voz.

Para garantizar aún más la resistencia al agua, la serie Reno6 también ha sido probada a una profundidad de 20 centímetros bajo el agua durante 30 segundos. Después de cada prueba, el teléfono se seca con un paño y se deja aparte durante tres días antes de desmontarlo para examinar si algún componente muestra cualquier signo de corrosión.

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Pruebas de resistencia | OPPO

Pero los móviles no sólo se preparan contra la lluvia, el “Environmental Work Test” mide el rendimiento del producto en condiciones de temperatura y humedad extremas, que van desde los -40 ° C hasta condiciones tremendamente calientes de 75° C, durante 7 días.

Los terminales de OPPO pasan esta prueba durante 168 horas, más del doble del estándar de la industria, que es de 3 días (72 horas). El teléfono también se prueba a una humedad y salinidad, en ambientes de hasta un 95% de humedad.

Además de las duras condiciones externas, aspectos cotidianos como el sudor o los cosméticos también pueden dañar los móviles. Para probar estos posibles problemas, el producto se somete a test de sudor y prueba de cosméticos, asegurándose de la ausencia de signos de corrosión en las estructuras internas y externas del dispositivo.

Pruebas de tensión, torsión y durabilidad

Otra situación común al que se enfrentan los smartphones es la presión física y la torsión, generalmente al llevar los teléfonos en el bolsillo o dentro de un bolso junto con otros objetos.

Se realizan pruebas de torsión girando los smartphones miles de veces con un nivel de torsión calculado en función del ancho y grosor del teléfono. Asimismo, se ha aplicado a los dispositivos un peso simulado de 25 kg, añadiendo al mismo tiempo otros bloques de peso de entre 15 y 40 kg adicionales.

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Prueba de resistencia | OPPO

Por otra parte, para examinar la capacidad del teléfono para resistir el desgaste natural. El móvil también se somete a una serie de pruebas en los botones físicos y en las entradas de conector.

Una de estas pruebas implica el uso de una fuerza equivalente a 1 kg para presionar los botones de los smartphones miles de veces para simular el desgaste natural de estos botones durante la vida útil del teléfono.

Por ejemplo, el botón de encendido se presiona 20.000 veces, el botón de volumen 100.000 veces y la tecla de huella digital 300.000 veces.

Estas son solo algunas de las pruebas a las que se someten a los smartphones de última generación, que además deben contar con un software y hardware que pueda limitar y controlar cualquier aumento de temperatura, así como un sistema de enfriamiento en situaciones de alta carga de trabajo del procesador o la batería.

Un equilibrio perfecto que hace que la experiencia de usuario sea única y que se logra mediante decenas de pruebas que, normalmente, pasan desapercibidas para el consumidor.