El imaginario transicional se consagró a desplegar distintos programas -horario premium- que en combinación con formatos de entretención permitieron “climatizar” la vida cotidiana de los chilenos. Bajo una estrategia de homogenización comunicacional los diseños televisivos abundaron en telenovelas, matinales, chascarros políticos, hasta llegar a la masificación de los reality shows. Y así, en los años 90′ y 2000′, se consumó un recurso para apaciguar los antagonismos y garantizar un orden mediático orientando al consumo de los emergentes grupos medios.

Dos décadas más tarde, cuando la teoría de la gobernabilidad colgaba de las cornisas (1990-2010), Sebastián Piñera hizo circular un sueño que se debía hacer realidad para dejar atrás un “Chile de huachos”. Un “Mapocho navegable” fue la consigna de su primer mandato. Un Mapocho similar al Sena de París era la tarea de aquel entonces. Por esa época nuestro estadista siniestrado nos decía rebosante en imaginación, “…el Río Mapocho y las islas, los espejos de agua, el parque, las ciclovías, las zonas para picnic, las zonas para ejercicios y deportes, el anfiteatro que va a tener este parque, para que pueda haber música, espectáculos artísticos…y hacer de Santiago una ciudad más humana”.

Una vez que se esfumaron los pactos de gobernabilidad resultaba imposible reproducir sin más los imaginarios ludópatas y viscosos del teatro transicional, menos aquellos simulacros de fácil consumo y reciclaje -incluida las guitarras del Lago Caburga. En los últimos días la polémica se destapó cuando el “Presidente sin mascarilla” caminó por la arena de Cachagua y fue sorprendido sin los cuidados básicos ante un “eventual” gesto de menosprecio y autoritarismo frente a las nuevas medidas de sanitización. Y ante el desgobierno se destapó un vendaval de recriminaciones, como siempre volvió el coro a pedir ¡la salida de Piñera! ¡y ahora sí, fuera! Esto implicó un esperable impase con el Ministro de Salud, Enrique Paris. Dentro de las replicas el Diputado Celis solicitó la auto-denuncia inmediata, Instagram mediante. Pese al “autogol gubernamental” cabría preguntarse qué sucede bajo la nueva “razón cínica” que repone la capacidad de escándalo de nuestra democracia .

En nuestro presente nada se puede festinar, menos la muerte de Bernardino Piñera, porque no es posible la reproducción del viejo “simulacro transicional” (que incluía hasta eclipses) dado que la tele-política no goza de un nuevo imaginario, ni menos de libretos o guionistas legitimados. Dada la derogación ciudadana de la industria televisiva, estamos lejos de rehabilitar el mundo de las piñericosas que operaba cómo el activo de nuestra travestida escena política. La dimensión más intensa del montaje en curso ha sido el cuestionamiento a la falta de mascarillas, develando un Piñera inquieto y fáctico, pero finalmente sumiso a la demanda popular.

Hay que admitirlo, en medio del aluvión, se dibuja a lo lejos un Presidente que reconoce públicamente su error, rompe la afasia que la ciudadanía le imputa y sugiere no olvidar las tareas que la república demanda (multa y revuelta mediante, muertos y tuertos mediantes, etc). Si bien, en el gesto diezmado de Piñera se refleja nuevamente el agotamiento de las estéticas de los consensos, no por ello los medios abjuran de sus estrategias mediáticas para el nuevo Chile Millennial. Es cierto, hoy no cabrían los mismos recatos: ya no hay espacio para los simuladores del viejo orden transicional. Sin embargo aquí ha tenido lugar otra escena que por ahora es un diseño comunicacional sin libreto (sin Mascarilla en Plaza dignidad, y sin mascarilla en Cachagua) Y así pasamos de la dupla post-transicional, Vidal/Lavín, al populismo sensiblero de “Julito César” con Iván Moreiras.

En plena caída se alza un gobierno que aplica la ley, demanda al tribunal constitucional, y ahora ficciona un nuevo compromiso ético con los ciudadanos. Con todo, matices más, matices menos, han sido derogadas las viejas liturgias y el presente se reduce a la facticidad del Chile post-Watergate.

Mauro Salazar J.
Académico y ensayista. Analista político.
Investigador en temas de subjetividad y mercado laboral (FIEL/ACHS)
mauroivansalazar@gmail.com