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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Richard Ashcroft brilló en su presentación previa a Oasis en el Estadio Nacional, recordando éxitos de The Verve como "Bitter Sweet Symphony" ante 40 mil personas. El hit, último gran himno del britpop, enfrentó controversia al usar un sample sin autorización de The Rolling Stones. A pesar de disputas legales, Jagger y Richards reconocieron la contribución de Ashcroft años después.

Anoche, antes que Oasis pasara su aplanadora sonora por el Estadio Nacional, en la única fecha chilena de la gira de regreso ‘Live ’25’, Richard Ashcroft hizo gala de su estatus de estrella del britpop con un set que trajo a la memoria los clásicos vigentes de The Verve.

Del breve pero contundente set que ofreció en el recinto capitalino (alrededor de 45 minutos), la canción que cerró el show en un coro multitudinario, con más de 40 mil personas dentro del estadio y sumando, fue ‘Bitter Sweet Symphony’, por lejos el track más icónico y problmático para el grupo, el mismo que esconde una historia tan turbulenta como la letra de su canción.

‘Bitter Sweet Symphony’ de The Verve: Un hit agridulce

Considerado el último gran himno del britpop, tal como recoge un artículo del diario español El País,
la canción destacó no sólo por sus seis minutos de duración sino también por una melodía pegajosa y un videoclip que marcó época. El tema fue incluido en el álbum ‘Urban Hymns’.

La secuencia, que tuvo una altísima rotación en canales de TV de programación musical, mostraba a Ashcroft caminando de frente y sin que nada impidiera su paso al mismo tiempo en que afirmaba que la vida, en el fondo, “era una sinfonía agridulce”.

En términos televisivos, el éxito del hit radial tuvo una réplica en la pantalla chica. Tal como confesó el director del clip tiempo después, Walter A. Stern, el corto intentaba rendir homenaje a su símil de la canción ‘Unfinished Sympathy’ de Massive Attack.

Una lectura posterior sugería que la caminata decidida, tozuda y arrogante de Ashcroft no era más que un vaticinio de los tiempos individualistas que venían. Y sobre el segmento en que el cantante se detiene para verse reflejado en los vidrios polarizados de un auto, se dedujo que era un homenaje a Noel Gallagher de Oasis, su amigo.

‘Bitter Sweet Symphony’, sin embargo, no es el sencillo más popular de The Verve (alcanzó el escalón 2 en Reino Unido, no como ‘The Drugs Don’t Work’, que de acuerdo a El País sí llegó al número 1). “Lo fascinante de Urban Hymns (el disco) es que Richard llegó con todas aquellas canciones increíbles. Había dejado atrás las improvisaciones de space rock que caracterizaban a la banda y salió con canciones pop más concretas. Incluso sus caras B eran mejores que los mejores temas incluidos en los álbumes de otra gente”, recordó tiempo después Martin Glover, productor del álbum.

El éxito, sin embargo, tuvo un incómodo reverso para Ashcroft cuando The Rolling Stones presentó una demanda por el uso no autorizado del sample de la canción ‘The Last Time’. Pero no la versión original del grupo, sino una de un álbum orquestal de Andrew Loog Oldham.

A pesar de solicitar los permisos correspondientes, The Verve no esperó la aprobación y publicó el sencillo sin mayores resquemores. Craso error.

Allen Klein, mánager de los Rolling, no dudó en exigir el 100% de las regalías. La autoría del tema, de hecho, se acreditó para Mick Jagger, Keith Richards y Andrew Loog Oldham, a pesar que el vocalista y el guitarrista no habían participado del proceso. Con esto, quedó al margen David Whitaker, compositor de los arreglos de cuerda que se escuchan en ‘Bitter Sweet Symphony’.

“Richard no creía en la canción al principio, había una versión previa a mi llegada y yo le animé a probar a grabarla de nuevo”, recordó el productor, quien acredita que el sample original está oculto entre decenas de capas de instrumentaciones.

Sobre la apropiación del tema, dijo: “Fue muy injusto. Es cierto que reprodujimos la misma melodía y los mismos arreglos, puede entenderse como una versión. Pero Richard escribió una letra completamente nueva y merecía mayor crédito”.

Para un irónico Glover, ‘Bitter Sweet Symphony’ es “la mejor canción de los Rolling Stones desde Brown Sugar”. El tema, incluso, llegó a ser presentado en una ceremonia del Grammy como una pieza de Jagger y Richards.

Pero la disputa no terminó ahí. La canción también figuró en una campaña de Nike, en un hecho que nuevamente irritó a Ashcroft. Y a la larga, el éxito meteórico del single también delinearía el fin de The Verve, que tras la publicación del disco ‘Urban Hymns’ llegaría a su fin y en malos términos. Años después, Chris Martin de Coldplay afirmaría: “Probablemente, es la mejor canción jamás escrita”.

En 2019, y a modo de compensación, Jagger y Richards reconocieron la labor de Richard Ashcroft en la composición del tema y los revocaron derechos sobre ‘Bitter Sweet Symphony’. Un definitivo final agridulce para una canción que sigue siendo coreada en estadios.