Este lunes a los 91 años, falleció el célebre compositor italiano Ennio Morricone, autor de bandas sonoras de películas mundialmente conocidas y ganador de dos Óscars.

El compositor de más de 500 bandas sonoras, que ha escrito melodías únicas como el silbido de “El bueno, el malo y el feo” (1966) o el magnífico solo de oboe de “La misión” (1986), resultaba ante todo un señor afable y disponible, que contaba anécdotas y secretos con el mismo ritmo musical de sus composiciones.

“La música de La Misión nació de una obligación. Tenía que escribir un solo de oboe, se desarrollaba en América del Sur en el siglo XVI y tenía la obligación de respetar el tipo de música de ese periodo. A la vez tenía que escribir una música que representara también a los indios de esa región. Todas esas obligaciones me encadenaban (…) Pero también lograron que saliera algo claro”, contó en 2017 a la agencia AFP.

El autor de música de filmes de amor, políticos, sociales, de miedo y naturalmente western, sonreía cuando se le comparaba con compositores clásicos como Rossini o Mozart, también muy prolíficos.

“El hecho de que haya podido componer música con total libertad, y tan diversas, ha sido posible no sólo porque contaba con la técnica, sino porque era necesario que yo cambiara cada vez mi traje compositivo. El filme lo requería. Me acomodaba, cada vez resultaba diferente“, explicó entonces.

Morricone reconocía que las composiciones para el cine suelen ser más fáciles, pegajosas, con respecto a algunas de las cien piezas de cámara o contemporáneas que ha escrito. Entre sus autores preferidos figuran Stockhausen, Boulez, Luigi Nonno, Aldo Clementi, Petrassi, “mi maestro”, decía, así como Stravinsky, Bach, Palestrina Monteverdi.

“Siento olvidar algunos, pero ellos, conscientemente o no, han dejado huella”, admitía. El compositor, que trabajó con los mayores directores de cine y productores de Hollywood, Huston, Siegel, Polanski, Fuller, además de Leone, Pasolini, Bertolucci, Argento, Pontecorvo y Almodóvar, era en efecto un artista emblemático del siglo XX, que debía su éxito sobre todo a la sabia combinación de imagen con melodía.

¿Cuál fue su receta? “No hay receta, para nada. He intentado muchas recetas. Traté de inventarme una manera de escribir música melódica llena de pausas. Casi que monosílabas o tres sílabas juntas y luego una pausa. Como un pensamiento que va y vuelve, que se repite en forma diferente. Siempre quise cambiar, aunque al final siempre me parezco a mí mismo”, indicó hace unos años.

Hasta este lunes, Morricone estaba hospitalizado en una clínica de Roma tras haber sufrido una caída en la que se fracturó el fémur.