Santiago Amable

Yo, en esa época, participaba activamente en la Agrupación Ciudadana Santiago Amable. Era un grupo reducido de personas que coincidíamos en la idea de recuperar el espacio público para el encuentro ciudadano, la cultura y las artes.

Buscábamos hacer jornadas donde nos apropiábamos de espacios públicos con teatro, música, arte. Con las más diversas expresiones. Para llegar a esas jornadas, había un largo proceso para idear las actividades, con charlas y tertulias preparatorias, búsqueda de fondos, etc. Todo, por nuestra parte, era voluntariado.

El éxito de los encuentros de Santiago Amable (en el Parque Forestal, Barrio Lastarria, Avenida La Paz, Avenida Matucana y Providencia) fue tanto, que el gobierno de la época replicó la iniciativa (desnaturalizándola).

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Año 2000

Ese año 2000, hicimos un gran encuentro en Avenida La Paz. Algo grandioso, donde, por ejemplo, estuvo Andrés Pérez y Juan Manuel Sánchez haciendo una obra performática que salía del Cementerio General, hacía escala en el Servicio Médico Legal para avanzar hacia la vida hacia el Mapocho.

También participaron talleres del Hospital Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak, como el de Pintura (a cargo de Gastón Laval Possel), Poesía (a cargo de Gabriel Espinoza Bustamante) y el de máscaras (¿a cargo de Elzbieta Mejewska?). Y la radio del Hospital Psiquiátrico El Peral”.

Y hubo música, talleres de danzas de la India para niños, intervenciones artísticas, una inmensa alfombra de pétalos de flores y aserrín teñido de diversos colores diseñada por Roser Bru. Y una serie de estructuras efímeras diseñadas y realizadas por el taller de Luis Mo-reno, de la Escuela de Diseño de la UC … y un largo etcétera.

Guillermo Núñez

No recuerdo cómo llegó Guillermo Núñez, cómo se enteró. Lo cierto es que su propuesta de que participar llegó tarde, cuando el presupuesto, exiguo, ya estaba asignado. Y con grandes presiones para sobregirarnos.

Pero, claro, Guillermo Núñez -que todavía no obtenía el Premio Nacional de Arte (2007)- era un artista reconocido. Lo fue desde muy joven. Con una obra e historia muy importante para nuestro país…

Hubo algunos que, razonables, dijeron que las actividades y el presupuesto ya estaban definidos. Otros quisimos saber qué quería hacer.

Su propuesta era hacer un grabado, una serigrafía, de la que iba a imprimir una gran cantidad de ejemplares. No recuerdo el número, 100, 150 o 200 ejemplares. Esos grabados los quería pegar en una gran pared para que las personas los intervinieran. Propuso una gran obra colectiva, una invitación a que las personas que pasaran pudieran cocrear con él.

El presupuesto eran 60.000 pesos de la época. Es decir, los costos mínimos para hacer la matriz, papel y tinta. Nada más. Aceptamos…

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Uno más en la multitud

Guillermo Núñez llegó sin molestar. Vestido como trabajador, como supongo lo estaba en su taller. Se instaló -seguramente con ayudantes- e hizo una actividad maravillosa. No solo cubrió ese gran muro. Estuvo incansable como un monitor más, activando a los paseantes para que participaran. Para que se expresaran.

Así, el muro, poco a poco, se fue cubriendo en una intervención, como las actividades de Santiago Amable, efímera. Pero con la capacidad de quedar anclada en la memoria y en la emotividad de las personas. Al menos de algunas de las que participamos activamente o como espectadores de su intervención.

Siendo ya un artista reconocido -en Chile como en el extranjero-, ese día fue trabajador de la cultura inmerso en la multitud.

Podría agregar aquí parte de su historia, de cómo hacía circular sus obras en casas de sectores populares. O su generosidad regalando obras o haciendo producciones accesibles a muchas personas.

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Creo que no es necesario, me basta esa jornada inolvidable donde Guillermo Núñez estuvo, incansable, trabajando en la misma cuadra con pacientes de los hospitales psiquiátricos, un escenario con música, artistas circenses. Por donde pasó Andrés Pérez y Juan Manuel Sánchez con su comparsa de muertos reviviendo.