Hoy debuta en salas locales la nueva película del cineasta chileno, hoy en carrera por los Premios Óscar 2022

Hoy debuta en salas locales “Spencer”, la nueva película del chileno Pablo Larraín, que esta vez aborda la figura de Diana de Gales durante uno de sus episodios más oscuros: los días en que decide separarse del príncipe Carlos y romper definitivamente con la Corona Británica y sus convenciones.

Con Kristen Stewart en el rol protagónico de la “Princesa de Corazones” y Jack Farthing como el circunspecto Carlos, la cámara acompaña a Diana durante su última Navidad con la familia real, ya resquebrajada por las esquirlas de la infidelidad de su esposo y un asedio de la prensa cada vez más apremiante.

En la historia, el festejo en Sandringham House, en Norfolk, se emplaza a metros de la casa de infancia de Diana Spencer, coincidencia que la lleva a evocar su infancia y la figura de su padre. Literal y metafóricamente, Diana está sola, y su único respaldo en las gélidas murallas del castillo es Maggie, una de sus vestuaristas más cercanas, interpretada aquí por Sally Hawkins (“La forma del agua”).

En ese contexto, la precisión que meses atrás adelantó Pablo Larraín en entrevistas previas al estreno es un factor: “Spencer” no es una biopic, sino la lectura del momento bisagra de una leyenda.

“Me interesaba investigar esa particular pelea que mantuvo la protagonista contra todos y contra sí misma para, de algún modo, descubrir quién era realmente. Se enfrentó a la familia real británica, a la vez se reivindicó a sí misma a través de sus hijos. Es, si se quiere, un relato sobre la identidad y, claro está, sobre la maternidad”, señaló al diario español El Mundo en noviembre pasado.

Con una sólida actuación que tiene a Stewart como una de las posibles nominadas a los Premios Óscar 2022, la estadounidense se adueña del largometraje para llevar el personaje a registros insospechados, de ira, ansiedad, impotencia y hasta locura, en un perfil pocas veces abordado.

Quizás por eso los pasajes más memorables de la ex “Crepúsculo” son los que comparte con Jack Nielen (Guillermo) y Freddie Spry (Enrique), los hijos de Diana, aún cómplices en el siempre delirante universo de la corona británica (abordado por el cineasta chileno siempre desde la critica).

Spencer en fuga

En su estadía en Sandringham House, hay un aspecto que la alteza desconoce: en esa lúgubre residencia se esconde una par y una fantasmagórica huésped, Ana Bolena, reina consorte de Inglaterra por su matrimonio con Enrique VIII que luego fue decapitada por un adulterio que nunca cometió.

En la mártir protestante (presente en sueños y en un libro que lee en el castillo), no sólo avizora un espectro que la persigue, sino también un espejo y un oráculo del presente y su propio apellido; un acertijo que esconde la llave hacia su libertad.

Repleta de ácidos guiños al protocolo real y la iconografía de la época, “Spencer” prescinde del rol pedagógico y opta por la fuga onírica, para dibujar con los rasgos de Diana y Stewart el retrato más íntimo de la princesa británica.

Mención aparte merece Timothy Spall en el rol del escudero mayor Alistair Gregory, quien se convierte en el contrapunto y némesis y en los ojos siempre omniscientes que pesan sobre la protagonista y sus decisiones.

Si bien el desenlace es de amplio conocimiento público, los destellos y sorpresas del final de esta historia no escatiman en fantasía y voluntad. Casi renegando de su cuna, “Spencer” también abandona el protocolo inglés y deviene en una ráfaga de postales pop y a veces incluso grotescas, fuera de margen y lógica, en una suerte de rúbrica de Larraín sobre su musa retratada.

Quienes acudan a las salas de cine en busca de una película biográfica y documental sobre Diana de Gales, puede que sólo tropiecen con una decepción rotunda, a pesar de la verosimilitud aparente. Quienes estén dispuestos a escarbar y deformar el mito, no podrán decir lo mismo. Lo advierte Larraín al momento de describir y presentar la cinta: “Una fábula de una tragedia real”.

afiche Spencer
“Spencer”