#DíaDelPatrimonioEnCasa no fue la fiesta ciudadana inclusiva y diversa. Tampoco se hizo cargo de la profunda crisis que afecta al sector. Más bien pareció el resultado de la inercia, de la burocracia.En este #DíaDelPatrimonioEnCasa prevaleció la disociación de la realidad, de la contingencia. O, tal vez, se insistió en entender la Cultura y el Patrimonio como "cosas" separadas del resto de la vida...

El Día del Patrimonio Cultural, que se celebra desde 1999, es posiblemente la actividad cultural más masiva y una de las más importantes del país. Una fiesta que se había transformado en un rito nacional, transversal, inclusivo.

En las actuales circunstancias, es de valorar que el Día del Patrimonio se realice, durante tres días, en forma virtual con más de 1900 actividades inscritas. Aplaudo los esfuerzos de miles de personas por mantener vivo el Patrimonio, su difusión, y, de paso, fortalecer sus identidades. Por mantener este Día del Patrimonio Cultural.

El Día del Patrimonio había ido creciendo año a año, incorporando más localidades, instituciones e iniciativas ciudadanas, como a un público cada vez mayor y más diverso, incluyendo gente “de cien mil raleas” (como dice en su tema “Fiesta” Joan Manuel Serrat).

A la par de lo anterior, se fueron incorporando nuevas áreas, temas y actores del Patrimonio Cultural, ampliando en los hechos el sentido, amplitud y profundidad de la actividad, como de lo que entendemos y definimos por Patrimonio Cultural.

El Día de Patrimonio Cultural, una fiesta única

Chile es un país de pocas fiestas ciudadanas masivas. La Tirana, San Sebastián, los fuegos artificiales para el Año Nuevo en Valparaíso y en la Torre Entel, las celebraciones deportivas en Plaza Italia, las grandes movilizaciones del 25 de octubre o la Feminista en Plaza Dignidad… Incluso podemos incluir los antiguos censos (esos que se hacían en un día, con decenas de miles de voluntarios).

En ese contexto, el Día del Patrimonio era un rito donde se sumaban voluntades, donde no había nadie que se “apropiara” de la actividad porque muchos podían integrarse: bastaba que tuvieran algo valioso que mostrar y eso iba desde el Palacio de La Moneda a decenas de compañías de bomberos, iglesias y universidades, museos y escuelas, y un largo etc que incluía talleres de artistas y de artesanos, iniciativas ciudadanas como la Escuela Fermín Vivaceta o centros culturales y bibliotecas autogestionadas, entre otros.

El Estado básicamente ponía la difusión y algunos materiales muy básicos. Era una fiesta abierta -a un margen amplio de anfitriones como a todo tipo de asistentes– en un país donde se han prohibido muchas de ellas (como los carnavales poco después de la Independencia, la zamacueca -por inmoral-, las fiestas de challas y las ramadas el 1 de noviembre) o se han segregado convenientemente (como las Fiestas Patrias con muchos lugares diversos, con valores de entrada que segmentan).

Era una fiesta donde se podía ir a cualquier lugar y donde todos podían invitar a ver “su” Patrimonio Cultural.

#DíaDelPatrimonioEnCasa

El Día del Patrimonio virtual no es la fiesta que ha sido los años anteriores. No es una fiesta. En primer lugar, ha dejado fuera a todas las instituciones y organizaciones que no tienen la capacidad de mostrar lo que tienen, lo que hacen y lo que son en alguna plataforma virtual. De manera similar, entre aquellos que sí pudieron inscribirse, establece una gran asimetría entre los ”los grandes” y “los pequeños”, las iniciativas ciudadanas y las instituciones más pequeñas en base a la calidad técnica de sus producciones como de sus soportes técnicos y tecnológicos a los que pueden acceder.

También segrega porque da más valor a lo espectacular, a quienes pueden contar -pagar- profesionales para ajustar lenguajes, pueden hacer más difusión, tienen mejor posicionamiento y manejo de redes sociales… Elementos que no tienen relación con el valor patrimonial.

Y el #DíaDelPatrimonioEnCasa segrega a todas aquellas personas que no tienen acceso a internet desde sus casas, a aquellas que sólo pueden acceder desde un celular, limitando a es tamaño de pantalla, que no pueden hacer una visita virtual entre varios.

Sentido y calidad de la experiencia

El Día del Patrimonio Cultural yo, en ciertos sentidos, lo asocio a la canción Fiesta, de Joan Manuel Serrat. Es un día donde cientos de miles de personas pueden visitar cientos de lugares importantes para nuestras identidades. Un día en que todos quienes vamos a visitar esos lugares somos iguales, unidos más por la experiencia misma que por las motivaciones e intereses que nos movilizaron. Una experiencia, una fiesta donde nos encontramos anfitriones entusiastas, visitantes a nuestro alrededor motivados que hacen preguntas y observaciones que nos permiten descubrir otras miradas.

Confluyen personas de muy diversas condiciones socio-económicas, características físicas, nacionalidades, creencias políticas y religiosas, por mencionar sólo algunas. Todos somos iguales desde la fila…

#DíaDelPatrimonioEnCasa es una experiencia individual -con suerte será de a dos o de a tres-, sin posibilidades de compartir con otros, de escuchar inquietudes, preguntas, opiniones y aportes. Es un “consumo” pasivo de “cultura” que no difiere en lo sustancial con experiencias que hemos tenido en estos días de encierro.

Dde las versiones anteriores recuerdo gran parte de los lugares a los que fui o actividades en las que participé. ¿Cuánto tiempo en la memoria quedará en las personas el vínculo entre el Día del Patrimonio y haber “visitado” algún lugar?

#DíaDelPatrimonioEnCasa es una experiencia sin rito, sin tiempos de espera, de encuentros fortuitos. Donde puede prevalecer estímulos dinámicos que, a la menor pérdida de la atención, hacen que el “visitante” se “vaya” a otro lugar. Es una experiencia sin grandes sorpresas, sin vivencias, donde no se sienten esas cientos de miles de personas que a lo largo del país están haciendo algo similar.

#DíaDelPatrimonioEnCasa en tiempos de crisis

Tal vez lo más incomprensible, pensando en la Cultura y en el Patrimonio, es que este #DíaDelPatrimonioEnCasa no se haya hecho cargo de la gravísima crisis que vive el sector, sus creadores y cultores.

Estos tiempos de crisis debieran ser tiempos de empatía, de solidaridad -que es algo cultural-, de apoyo, de intercambio de ideas y de hacer o reforzar redes. La Cultura, el Patrimonio, los equipos creativos son difíciles de armar. De ahí la importancia de mantenerlos, de sostenerlos.

Pero en este #DíaDelPatrimonioEnCasa prevaleció la disociación de la realidad, de la contingencia. O, tal vez, se insistió en entender la Cultura y el Patrimonio como cosas separadas del resto de la vida…

Fiesta de Joan Manuel Serrat

Dejo esta canción que en su momento fue una crítica irónica, y hoy, para mí, en estas circunstancias, es una añoranza.

Fiesta (Joan Manuel Serrat)
(Mi niñez o Disco blanco, 1970)

Gloria a Dios en las alturas
recogieron las basuras
de mi calle, ayer a oscuras
y hoy sembrada de bombillas

Y colgaron de un cordel
de esquina a esquina un cartel
y banderas de papel
verdes, rojas y amarillas

Y al darles el sol la espalda
revolotean las faldas
bajo un manto de guirnaldas
para que el cielo no vea

En la noche de San Juan
cómo comparten su pan
su mujer y su gabán
gentes de cien mil raleas

Apurad
que ahí os espero si queréis venir
pues cae la noche y ya se van
nuestras miserias a dormir

Vamos subiendo la cuesta
que arriba mi calle
se vistió de fiesta

Y hoy el noble y el villano
el prohombre y el gusano
bailan y se dan la mano
sin importarles la facha

Juntos los encuentra el sol
a la sombra de un farol
empapados en alcohol
magreando (manoseando) una muchacha

Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza
vuelve el rico a su riqueza
y el señor cura a sus misas

Se despertó el bien y el mal
la zorra pobre al portal
la zorra rica al rosal
y el avaro a las divisas

Se acabó
el sol nos dice que llegó el final
Por una noche se olvidó
que cada uno es cada cual

Vamos bajando la cuesta
que arriba en mi calle
se acabó la fiesta