Acusado de corrupción, el hábil presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha, sigue en el centro del poder mientras la presidenta Dilma Rousseff se tambalea por el impeachment que él impulsó.

En diciembre pasado, Cunha acogió el pedido de destitución de Rousseff. El Gobierno vio en esa decisión un acto de “venganza” contra la mandataria, por no haber impedido que su Partido de los Trabajadores (PT) apoyara el proceso que la Comisión de Ética de la Cámara le había abierto por ocultar cuentas bancarias en Suiza.

Si el impeachment aparta de su cargo a Rousseff, ésta sería sustituida por su vicepresidente Michel Temer. Y el siguiente en la línea de sucesión es el propio Cunha, un político controvertido que ya fue aliado del gobierno y hoy es su peor pesadilla.

El año pasado la fiscalía lo denunció por corrupción y lavado de dinero vinculado a la red de sobornos de Petrobras. La corte suprema acogió la acusación en marzo.

De ese modo, Cunha se convirtió en el único político brasileño con fueros en ser juzgado por el máximo tribunal.

Pero aún cuando su vínculo con los casos de corrupción mermaron parte de su fuerza y le significaron amplia reprobación pública, este economista evangélico de 57 años sigue en su puesto, moviendo los hilos de la Cámara que este domingo se apresta a votar en sesión plenaria si aprueba o rechaza el juicio de destitución de Rousseff.

Me siento como el ábitro de la final de la Copa del Mundo“, comentó Cunha estos días a sus aliados, según reportó el diario O Globo.

La presidenta, que denuncia un golpe de Estado, lo consideró como “uno de los jefes” de la conspiración junto a Temer. Ambos pertenecen al partido centrista PMDB, que cuenta con la mayor bancada en las dos Cámaras.

Imprevisible

Cunha quemó las naves con el Gobierno y el PT al aprobar el pedido de impeachment, pero eso no le valió las gracias de la oposición que quiere distanciarse de un político identificado frecuentemente con Frank Underwood, el inescrupuloso personaje de la serie “House of Cards”.

Frank Underwood “es ladrón, homosexual y asesino. Yo no“, replicó el político brasileño.

Algunos legisladores opositores han pedido que deje su prestigioso cargo hasta que se aclare su situación legal.

“Si derribo a Dilma al día siguiente ustedes me derriban a mí”, les dijo a políticos opositores en diciembre antes de dar luz verde al proceso de la mandataria, según reportes de la prensa brasileña.

El astuto Cunha supo oler el peligro y movió las piezas del ajedrez. La reina quedó bajo amenaza.

Cunha “era imprevisible porque estaba decidiendo qué estrategia aplicaba para sobrevivir”, dijo a la AFP el analista político Carlos Pereira, de la Fundación Getulio Vargas.

“Había ido cayendo en desgracia y su mejor carta era abrir el proceso de impeachment porque así desviaría toda la atención hacia allí”, añadió.

“Yo tengo el poder”

El PMDB ha sido aliado del poder desde el fin del régimen militar en Brasil en 1985.

Cunha llegó a la presidencia de la Cámara a inicios de 2015 tras ganarle una pulseada a Rousseff, que promovía a un candidato más afín. Y no tardó en desatar la batalla con el Ejecutivo.

Desde su podio, este político dueño de más de 150 dominios de internet con la palabra “Jesús” impulsó proyectos conservadores como la reducción de la edad de responsabilidad penal a 16 años o la celebración de un “Día del Orgullo Heterosexual”.

Conoce al dedillo los reglamentos y sabe cómo moverse en los pasillos de la Cámara, donde tiene apoyos entre parlamentarios de los lobbies agrícola, evangélico y del bloque que defiende el porte de armas.

Dio sus primeros pasos en política vinculado al tesorero de la campaña del expresidente Fernando Collor, quien renunció en 1992, bajo la presión de un juicio de impeachment por corrupción.

En pleno frenazo de la economía, el año pasado trabó la aprobación en el Congreso de un paquete de medidas de reajuste fiscal y dejó en evidencia el aislamiento de Rousseff, que se haría más profundo con el tiempo.

Dijo que el PMDB debía tener un candidato propio para las presidenciales de 2018 y él mismo no esconde su ambición protegido tras un gesto imperturbable.

En aquellos días agitados antes de abrir el proceso contra Rousseff, Cunha ya había avisado: “Continúo con todo el poder para decidir“.