La “hipocresía” de los países occidentales ante los acontecimientos en Ucrania “supera los límites”, sostuvo este lunes en una rueda de prensa el ministro ruso de Relaciones Exteriores Serguei Lavrov.
“La violencia en Maidán [la plaza de Kiev, centro de las manifestaciones proeuropeas], que se saldó con decenas y decenas de muertos, era tildada de democracia, mientras que se habla de terrorismo sobre las manifestaciones pacíficas que tienen lugar en este momento en el sureste” de Ucrania, declaró Lavrov.
“La hipocresía supera los límites”, agregó el jefe de la diplomacia rusa.
Lavrov dijo además que Rusia “ha pedido desde hace mucho tiempo a los occidentales una reacción adecuada” sobre los acontecimientos en Ucrania. Pero, sostuvo, “no hemos escuchado ninguna reacción, sólo escuchamos llamados a Rusia para que cese su injerencia”.
El jefe de la diplomacia rusa reiteró además la advertencia de su país contra el uso de la fuerza contra los activistas prorrusos en el este de Ucrania.
“Hemos dicho claramente que el uso de la fuerza contra los manifestantes cuestionaría seriamente las perspectivas de cooperación en la resolución de la crisis de Ucrania”, declaró Lavrov a unos días de una reunión prevista el jueves con Estados Unidos, Europa y Ucrania.
Por otra parte, Lavrov pidió también explicaciones a Estados Unidos sobre una presunta visita a Ucrania del jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John Brennan.
“Queremos entender lo que significan las informaciones sobre una visita urgente a Kiev del director de la CIA”, declaró Serguei Lavrov. “Por el momento no nos han dado ninguna explicación convincente”, añadió.
Una serie de ataques visiblemente coordinados fueron lanzados el sábado en ciudades del este rusohablante de Ucrania, una región fronteriza con Rusia, por hombres armados que a menudo lucían uniformes sin insignias.
Este aumento de la tensión hizo temer que Moscú aproveche la ocasión para intervenir militarmente luego que el presidente Vladimir Putin afirmara que defenderá “a cualquier precio” a los ciudadanos rusos en los países de la ex-Unión Soviética.