La candidata de la Alianza reconoció haber pedido un crédito en una entidad bancaria para la campaña presidencial, que corresponde a “menos de la décima parte” respecto a los más de $2.500 millones pedidos por Michelle Bachelet a BancoEstado.

Evelyn Matthei criticó duramente dicha operación financiera obtenida sin aval realizado por la ex mandataria, asegurando que ella ya requirió el préstamo bancario, pero éste aún no le ha sido entregado.

Lo anterior viene a ratificar que la solicitud de créditos bancarios es una práctica habitual de los candidatos. Por ejemplo, Sebastián Piñera requirió más de $4.500 millones en el Banco Santander para la campaña presidencial de 2005.

Pero ¿cómo se financian las campañas?

Según establece la ley, el monto máximo que pueden gastar los candidatos es de $9.000 millones durante un periodo que se inicia al momento de declarar la candidatura, que en esta oportunidad corresponde al 19 de agosto, hasta el día de la elección, es decir, el 17 de noviembre.

El dinero para la propaganda política y otros gastos de campaña puede ser obtenido a través de préstamos bancarios, donaciones de terceros o aportes del propio candidato, de acuerdo a los datos del Servel.

Una vez finalizada la campaña, todos los candidatos deben hacer un balance de gastos que debe ser aprobado por el Servel, mientras el Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel) determina los resultados finales. Una vez concluido este proceso, el Fisco debe desembolsar la devolución de los dineros proporcionalmente a la cantidad de votos.

De esta forma, cada candidato recibe $686 por sufragio en primera vuelta, y $460 pesos en el caso de un balotaje, según comentó a Radio Bío Bío el presidente del Servel, Patricio Santamaría.

En términos sencillos, serán los propios votantes quienes “pagarán” los gastos de campaña, pese a que si se analiza de forma más detallada, finalmente serán los contribuyentes quienes aportan de manera indirecta a la propaganda de los políticos. Por lo tanto, al salir los recursos del Fisco, las gigantografías y propaganda callejera -entre otros “gastos de campaña”- están siendo pagados con el dinero de todos los chilenos.