El papa Francisco hace una pausa en su agenda pública este martes en Río de Janeiro, mientras las autoridades analizan las fallas de seguridad, que permitieron que fuese cercado en su automóvil por una multitud, la víspera, y el estallido de violencia tras una manifestación cerca de la gobernación.

La llegada del papa argentino a Rio en un coche de paseo que quedó atrapado tres veces durante varios minutos en el tránsito, mientras una multitud en delirio le arrojaba regalos por la ventanilla y hasta le tocaba para desesperación de sus guardaespaldas, generó cuestionamientos sobre el operativo de seguridad.

Las autoridades admiten errores de comunicación entre diferentes organismos encargados de seguridad, y la alcaldía de Río dijo que el chofer del automóvil se equivocó en el recorrido.

La secretaría de Seguridad para Grandes Eventos -dependiente del ministerio de Defensa- sostuvo que el propio papa pidió al chofer disminuir la velocidad para saludar a la gente.

“No hay que dramatizar lo que sucedió. Todo salió bien, nadie fue allí para hacer daño al Papa”, indicó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. “El secretario del Papa me confió que estaba asustado, pero que el Papa permaneció muy sonriente”, añadió.

El primer Papa latinoamericano, que defiende una Iglesia cercana a los pobres, está empeñado en tener contacto con el pueblo, y en un trayecto posterior por el centro de la ciudad en un papamóvil semidescubierto aupó a varios niños, estrechó manos y no perdió la calma.

“Gracias. Gracias. Gracias a ustedes y a las autoridades por haberme dispensado una acogida tan cálida en tierra carioca”, dijo el Papa en su cuenta Twitter.

Francisco, de 76 años, rezó el martes una misa en una capilla de la residencia de Sumaré donde se aloja, en las alturas de Río y rodeada por la selva tropical atlántica, y tomó helado en el desayuno, informó la prensa local.

Enfrentamientos violentos

Poco después de la reunión del Papa con la presidenta Dilma Rousseff en el palacio Guanabara, sede de la gobernación del estado de Rio, centenares de manifestantes que protestaban cerca de allí contra el gasto público de 53 millones de dólares que implica su visita y la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se celebra esta semana en Rio fueron dispersados por la policía con gases lacrimógenos y chorros de agua.

Tres personas fueron heridas, incluido un fotógrafo de la AFP que recibió un bastonazo de un policía en la cabeza. Ocho personas fueron detenidas.

El Papa, que hace hincapié en una Iglesia misionera, llamó el lunes a los jóvenes a evangelizar a las naciones en momentos en que los católicos pierden terreno frente a los evangélicos y el laicismo.

“La Iglesia es joven, y en la JMJ, eso se ve muy bien. Que el Señor siempre nos mantenga a todos jóvenes de corazón”, dijo el Papa en otro mensaje en su cuenta Twitter este martes.

La presidenta brasileña, cuya aceptación cayó casi 25 puntos porcentuales tras las masivas protestas de junio, aprovechó la popularidad de su ilustre visitante para destacar la lucha común contra la desigualdad.

En junio, más de un millón de personas tomaron las calles de varias ciudades de Brasil para exigir mejores servicios públicos y protestar contra los millonarios gastos de la Copa del Mundo y la corrupción rampante.

“Como una persona normal”

Vestido con una simple sotana color crema y un crucifijo de plata, el papa Francisco fue recibido por decenas de miles de católicos que lloraron y gritaron a su paso.

“Son sus nuevos aires, nueva música, nuevas palabras para viejos problemas que nos permiten pensar en una nueva primavera de la iglesia”, escribió el exsacerdote brasileño Leonardo Boff, uno de los promotores de la Teología de la Liberación que fue condenado al silencio por el papa Juan Pablo II por sus posiciones radicales, en una columna en el diario O Estado de Sao Paulo.

“Fue emocionante, el Papa era como una persona normal, hasta tenía cara de sorprendido, como si no se esperara tanta cosa”, comentó a la AFP Jorge Pantigoso (34), de Perú, luego de verlo pasar cerca de la catedral.

El arzobispo de Rio, Orani Tempestá, inaugurará oficialmente este martes la JMJ con una misa en la playa de Copacabana, prevista para las 18:00 horas locales, y en la que se espera a cerca de un millón de personas.

Francisco tiene previsto visitar el miércoles el mayor santuario católico de Brasil, Aparecida, dedicado a la virgen negra patrona del país, donde las fuerzas de seguridad encontraron el domingo un explosivo de fabricación casera y lo detonaron.