Australia anunció este viernes que cerrará sus fronteras a los inmigrantes clandestinos, a los que expulsará a Papúa Nueva Guinea en el caso de que consigan entrar en el país.
“A partir de ahora, cualquier solicitante de asilo que llegue a Australia en barco no tendrá la oportunidad de obtener autorización para quedarse en el país como refugiado”, advirtió el primer ministro Kevin Rudd en presencia de su homólogo de Papúa, Peter O’Neill.
Los solicitantes de asilo que desembarquen en la isla de Navidad serán enviados al centro de acogida de la isla de Manus, en Papúa Nueva Guinea, precisó el jefe del gobierno, que quiere frenar la actividad de los pasadores de inmigrantes clandestinos.
Los inmigrantes que vean su solicitud denegada tendrán que volver a sus países de origen o serán expulsados hacia otros.
Las medidas entran en vigor inmediatamente por un periodo de un año.
Amnistía Internacional consideró que este viernes pasará a la historia como “el día en que Australia decidió darle la espalda a los más vulnerables del planeta”.
El jefe de la oposición conservadora, Tony Abbott, se felicito por el contrario por la medida.
Cientos de solicitantes de asilo han muerto cuando intentaban llegar a Australia por mar. Más de 13.000 inmigrantes pudieron, no obstante, desembarcar en puertos de este país desde el pasado 1 de enero.