Varias carreteras de Brasil fueron bloqueadas el jueves, y el transporte público sufría paralizaciones parciales, en una jornada de protestas convocada por los principales sindicatos, las primeras desde las históricas manifestaciones de junio.

Las cinco principales centrales sindicales de Brasil reclaman la reducción de la jornada laboral y retoman varias de las reivindicaciones de las masivas manifestaciones apartidarias, sin filiación sindical del mes pasado, como un transporte público de calidad y más inversiones en salud y educación.

El “Día nacional de lucha” prevé movilizaciones de obreros metalúrgicos y químicos, empleados de transporte y del sector de alimentación, bancarios, comerciantes y funcionarios públicos en todos los estados del país.

En la ciudad de Sao Paulo, la mayor del país con 20 millones de habitantes en su área metropolitana, los sindicatos de transporte bloquearon terminales de autobuses y varias avenidas de la ciudad han sido ocupadas por manifestantes, pero los trenes y el metro operan con normalidad.

Hay 35 protestas previstas este jueves en diferentes puntos de la megalópolis, y varias de las carreteras del estado han sido bloqueadas.

Los estibadores del puerto de Santos (estado de Sao Paulo), el mayor de Latinoamérica, paralizaron por segundo día sus actividades. Rutas de acceso al puerto y al parque industrial de Cubatao también fueron bloqueadas.

El sindicato de estibadores, que reagrupa a 80.000 trabajadores, rechaza un decreto presidencial que establece nuevas reglas para las concesiones de puertos públicos y autorizaciones para nuevos privados.

En otras ciudades, como Salvador de Bahia, Porto Alegre, Curitiba, Florianópolis, Belo Horizonte y Manaos, el transporte público fue paralizado. Varias escuelas cerraron sus puertas y algunos hospitales del país sólo atienden las urgencias.

Los accesos al complejo industrial y portuario de Suape, en Pernambuco (noreste), donde trabajan 75.000 personas, también fueron bloqueados.

En Rio de Janeiro, los autobuses, las barcas y el metro funcionaban normalmente a pedido de los sindicatos, para que los habitantes puedan concurrir en masa a una protesta convocada para este jueves en el centro, pero varios camiones de los Correos fueron impedidos de acceder a su terminal.

Asimismo, varios bancos y comercios cerraron sus puertas por el temor a saqueos y destrozos como los ocurridos en junio, al final de masivas manifestaciones en reclamo de mejores servicios públicos, contra la corrupción de la clase política y los millonarios gastos del Mundial-2014, que muchas veces degeneraron en violencia.

Aunque se han puesto de acuerdo para realizar las movilizaciones este jueves, las centrales sindicales llegan divididas a las protestas.

La Central Única de Trabajadores (CUT), fundada en los años 1980 por el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y cercana al gobierno, defiende la reforma política que la presidenta Dilma Rousseff quiere impulsar a través de un plebiscito en respuesta a las protestas de junio.

La CUT intenta evitar que las protestas ataquen directamente a Roussseff y busca transferir el foco al desprestigiado Congreso nacional. Pero Fuerza Sindical, crítica del gobierno, denuncia la inflación, que en junio alcanzó 6,7% a 12 meses, superando el umbral máximo de tolerancia del gobierno (6,5%), y reclama cambios en el equipo económico en un contexto de magro crecimiento.

“Los trabajadores están sintiendo que la corrosión de los salarios por la inflación gana cada vez más fuerza”, se quejó el presidente de Fuerza Sindical, Paulo Pereira da Silva, en un comunicado.