Desde Arica, Erika Huanca Toledo nos envía estas imágenes y la siguiente descripción:
Vivía cerca de nosotros, era muy regalón y su dueña lo quería mucho, pero cuando ella murió ya no lo quisieron en casa y lo botaron a la calle.
Se alimentaba gracias al cariño de las vecinas. Estuvo así casi 2 años hasta que empezó a acercarse a mi perro, poco a poco, ya que se había vuelto muy hosco y desconfiado como resultado del maltrato que tuvo.
Después de varios acercamientos y darle cariño y comida entró a nuestra casa, en mayo del 2008. A mi perrito Mel no le gustó la idea, e incluso costó adaptarnos a él, ya que no le gustaba que lo tocaran; en varias ocasiones nos mordió, pero entendíamos que se había vuelto así por lo que había sufrido.
Después nos enteramos como había sido su vida, de ser como hijo regalón pasó a ser un vagabundo. Era muy hermoso, parecía un león. Creo que lo que más le gustó fue su casa, donde permanecía más tiempo, guardaba sus juguetes intactos. A veces se llevaba un reto de mi mamá por llevarse algún zapato (no les hacia nada sólo quería tenerlo en su cabeza como almohada).
Al principio para llevarlo a la veterinaria había que adormecerlo ya que podía morder a alguien. Con el tiempo empezó a aceptar el bozal. Después de cada baño se veía tan elegante con su corte de pelo y su caminar, se notaba que había sido bien enseñado hasta para comer.
Con el tiempo empezó a cambiar su carácter, ya no peleaba con mi perro, buscaba cariño acercando su cabeza o su carita en nuestras rodillas… Cada vez se ponía más “lloroncito” para pedir un poco de cariño.
Como familia, pudimos darle amor hasta cambiar su carácter de la desconfianza a la confianza con mucho cariño y paciencia, pero lo que no pudimos nunca corregir fue que Lucas no recogiera bolsas con comida de la calle, esto le hacia daño a su estomágo, a veces no quería comer en todo el día (producto del plástico que ingería), y al otro día amanecía mejor. Siempre le pasaba lo mismo y la veterinaria nos dijo que teníamos que tener cuidado con esto, ya que su estómago se estaba dañando.
A fines de octubre se enfermó y pensábamos que era algo pasajero. El remedio algo ayudó, pero ese fin de semana largo algo pasó, no quería comer y cuando lo llevamos al doctor le hizo exámenes y administró vitaminas y suero, con la esperanza que repuntara porque tenía ánimo pero también sabíamos que él tenía antecedentes, es decir, teníamos que estar preparados.
Lo llevamos al doctor cuatro día seguidos, pero Lucas estaba más débil ni siquiera tomaba agua y su estómago no funcionaba bien. Verlo así nos preocupaba y nos hacía sufrir, no sabíamos como ayudarlo.
El viernes 9 de noviembre estaba muy mal, caminaba y caminaba y estaba muy delgado. Por eso, me llamaron de la casa, para que le avisara al doctor de la decisión de “hacerlo dormir” ya que Lucas estaba sufriendo demasiado. Esa tarde fue la más larga y triste en nuestra familia.
En la noche todavía tenía fuerza para caminar hasta que mi hermano lo tomó en brazos, al parecer a Lucas esto le dio mucha tranquilidad. Lucas nunca se quejó de un dolor, fue fuerte y digno hasta el final. Cuando el doctor llegó nos dijo que Lucas no había repuntado ni con todo el tratamiento, además que no ayudaba ingiriendo alimentos.
A las 22:45 horas, Lucas se durmió con todos nosotros alrededor, llorando su partida y buscando el consuelo en Dios para entender muchas cosas, aunque sabemos que él se reunió con su antigua dueña en el cielo, en un hermoso abrazo.
Lo enterramos en nuestro jardín con sus toallas y sus juguetes que tanto cuidaba; su tumba está adornada con piedras de diferentes colores, una cruz de angel, un árbolito llamado “corona de cristo” y su nombre escrito en una cerámica.
Han pasado los días, que han sido muy difíciles para nosotros como familia, todavía lo recordamos con tristeza preguntándonos qué nos faltó por hacer para ayudarlo. Estas fotos ahora adornan nuestro living como recuerdo.
Lucas, gracias por tu compañía y amor. Siempre vivirás en nuestro corazón.
Familia Huanca Toledo