Ante los pagos pendientes de la empresa Arenas Bío Bío al municipio penquista por extracción irregular de áridos según estipulara Contraloría, Jacqueline Van Rysselberghe perdió la paciencia y defendió a su familia, negando que tengan relación con la empresa que su padre vendió hace 20 años, según la ex alcaldesa.
El viejo adagio uno escoge a los amigos pero no a la familia, calza perfecto en esta historia. El padre de Jacqueline Van Rysselberghe, Enrique, traspasó a su hermano menor la empresa Arenas Bio Bío hace veinte años, según comentó la ex intendenta. Allí con los años, la compañía pasó a manos de la hija de éste, Francisca Van Rysselberghe, con quien Jacqueline no tiene relación y asegura que el marido de ésta – a quien ni siquiera conoce- maneja la firma.
Así perdió la paciencia y quiso dar cuenta que la marca hoy envuelta en polémica por una deuda de casi 100 millones de pesos con el municipio penquista no tiene nada que ver con su núcleo familiar cercano.
Respecto de las acusaciones que sindica el senador del MAS Alejandro Navarro, estableciendo la relación de propiedad de la empresa morosa con la ex Intendenta, ésta calificó el hecho como una obsesión del congresista.
Al interior del clan Van Rysselberghe, la relación de Jacqueline con Francisca registra antecedentes de pugnas anteriores en el terreno de la política, pues la prima de Jacqueline (militante de RN) postuló como diputada el 2005, en contraposición del candidato de la UDI Andrés Egaña, quien finalmente se impuso.