La Policía de Rio de Janeiro rastrillaba el viernes la favela la Rocinha, en el corazón de los barrios ricos, tras el asesinato de un policía, cuando faltan pocos días para la inauguración del primer centro policial en esta comunidad dominada durante 30 años por el narcotráfico.

Un policía de 25 años, Diego Bruno Barbosa Henriques, integrante de la fuerza que ocupó esta favela hace casi un año, fue asesinado cuando hacía una patrulla a pie con otros tres agentes.

El mayor Edson Santos, jefe de la Policía en esta favela, la mayor de Brasil con unos 120.000 habitantes, dijo a la prensa que al entrar a una callejuela la víctima se encontró “frente a frente con dos hombres armados, uno de los cuales le disparó un tiro en la cabeza”.

“Los asesinos lograron escaparse. Barbosa fue socorrido por sus colegas pero murió cuando era trasladado al hospital”, agregó Santos.

El policía recibió el disparo cuando estaba apostado frente a un muro pintado con el símbolo del Mundial de fútbol-2014 y la bandera brasileña. Al final de la mañana, aún podía verse una gran mancha de sangre en la pared, con gotas cayendo hasta el piso, junto a restos de algodón, constató la AFP.

El coronel de la policía militar Rogerio Seabra dijo a un grupo de periodistas que uno de los sospechosos, un menor de edad, ya fue detenido.

“Le encontramos municiones del mismo calibre (9 mm) que las que mataron al policía”, dijo. El sospechoso fue detenido gracias a la ayuda de los habitantes, que suministran informaciones de forma anónima, explicó el coronel.

Pese al despliegue de 130 policías fusil al hombro, la población seguía con su trajín cotidiano y todos los comercios estaban abiertos.

La Rocinha, situada en la ladera de colinas en la zona sur de Rio, la más turística de la ciudad, está ocupada desde noviembre de 2011 por agentes del Batallón de Operaciones Especiales y del Batallón de Choque de la Policía Militar.

La instalación en la favela de la primera “Unidad de Policía Pacificadora” (UPP) -con policías entrenados especialmente para actuar en la comunidad- está prevista para el próximo jueves, aunque ya ha comenzado a funcionar informalmente.

“La situación ha mejorado mucho desde noviembre. Nunca más vimos ‘bondes’ (bandas de traficantes armados que patrullaban las calles de la comunidad). Aquí es tranquilo, fue en las alturas donde mataron al policía”, dijo a la AFP una limpiadora de 56 años que vive desde la adolescencia en la Rocinha, y que sólo se identifica como Maria.

El gobernador de Rio, Sergio Cabral, calificó el crimen como “otra acción desesperada” de los narcos frente al avance de la instalación de las UPPs.

“Rio de Janeiro puede estar seguro de que no habrá marcha atrás en el proceso de pacificación de las favelas”, subrayó.

De cara a la Copa del Mundo de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, el gobierno de Rio inició en 2008 una estrategia para recuperar el control de decenas de favelas dominadas por narcotraficantes o milicias.

Actualmente, más de 5.500 policías trabajan en unas 25 UPP que controlan unas 140 localidades pobres de Rio, de un total aproximado de 750 favelas.

Pero cada tanto los narcos marcan presencia. Otro policía fue asesinado en la Rocinha el 4 de abril durante un patrullaje a pie por el barrio. El 23 de julio, una mujer policía murió también en un ataque contra la UPP de Nova Brasilia, una de las favelas que integran el Complexo do Alemao, en la zona norte de Rio.