El Director del Centro de Tecnologías Ambientales de la Universidad Técnica Federico Santa María (USM), Francisco Cereceda, analizó los efectos de la técnica de “bombardeo de nubes” que el Ministerio de Agricultura ha estudiado para hacer frente al déficit hídrico que afecta principalmente a las regiones de Atacama, Coquimbo y Valparaíso.

Esta alternativa consiste en incorporar dentro de la nube algún compuesto higroscópico como yoduro de plata, esperando que genere un efecto que aumente entre un 10% y un 20% el nivel de precipitaciones.

Sobre eventuales daños al medio ambiente que pueda provocar esta lluvia artificial, Cereceda explicó que “la plata es un metal pesado. Obviamente dependiendo de cuál sea su solubilidad en el ‘aglomerado gota-partícula’, es cómo finalmente llegará a través de esta gota de agua de lluvia artificial al suelo, provocando o no contaminación”.

Advirtió que “el exceso de cualquier metal, puede llegar a ser tóxico, en concentraciones elevadas. Entonces va a depender del nivel de concentración que exista en el agua de lluvia artificial para que determine si efectivamente va a ser tóxica o no, en otro compartimento ambiental receptor, como el suelo”.

No obstante, el también académico del Departamento de Química de la USM piensa que no habrá mayores problemas para el ambiente, aunque todo depende de si se han hecho los estudios de suelo correspondientes antes de “bombardear las nubes”.

Explicó que los suelos ricos en humus (capa vegetal) y cantidad de arcillas tienen una capacidad muy importante de fijar metales pesados, lo que no permite que los vegetales los pueden absorber a través de las raíces, y por tanto, no hay daño si la técnica se ejecuta sobre esos tipos de superficies.

“Sin conocer en detalles la localización exacta del bombardeo de nubes, mi impresión es que en las zonas agrícolas de la Región de Valparaíso debería haber una cantidad suficiente de humus como para que efectivamente queden retenidos los metales pesados. Sin embargo, en suelos estériles o semidesérticos es muy factible que los metales lleguen a las napas freáticas, salvo que tengan un alto contenido de arcillas”, concluyó Cereceda.