Comentar el bullado tema del aborto terapéutico no es sencillo, pues se trata de un asunto en el que no se logra un consenso debido a las diversas aristas que presenta, y principalmente porque es algo que compete a la ética y en donde está en juego la vida humana.
Quedó en evidencia la polarización del tema, con las desafortunadas declaraciones de la senadora designada Ena Von Baer, quien señaló que “no tiene derecho, desde mi punto de vista, una mujer que presta el cuerpo en el fondo, presta el hogar a esa vida que se va a desarrollar, a terminar con esa vida”.
Sacada o no de contexto, lo cierto es que de inmediato generó reacciones, principalmente en redes sociales, donde cohabitan algunos mordaces como su par Ricardo Lagos Weber, quien de inmediato aprovechó Twitter para afirmar que “la Ena no lo vende ni lo arrienda, sólo lo presta… se convenció que el lucro no era bueno #prestaelcuerpo”.
El honorable congresista olvida dos cosas: todos tenemos derecho a pensar distinto, y además, el respeto es básico dentro de las relaciones humanas, especialmente si se refiere en esos términos a una dama. Si bien pidió disculpas, es imposible recuperar el agua una vez que la has arrojado al suelo.
El derecho a la vida
Está científicamente comprobado que un aborto, en cualquiera de sus formas, provoca algunas alteraciones psicológicas, que van desde sentimientos de culpabilidad hasta la depresión, en donde es fundamental la capacidad moral de la paciente y el apoyo de quienes le rodean.
En nuestro país, lo que se discute es la posibilidad de despenalizar el aborto eugenésico, es decir, impedir el nacimiento de niños con deformaciones, problemas mentales y/o físicos; la interrupción deliberada del embarazo, cuando se realiza únicamente para salvar la vida de la madre, en la medida que no existan otros medios para ello, y que es denominado aborto terapéutico; o cuando el embarazo sea consecuencia de un hecho constitutivo del delito de violación, caso en el cual, la interrupción del embarazo sólo podrá practicarse dentro de las primeras 12 semanas de gestación.
Lo anterior, según el proyecto de ley presentado en el Congreso por los senadores Guido Girardi, Ricardo Lagos Weber, Jaime Quintana y Eugenio Tuma. Todos del Partido por la Democracia*.
Si bien existen variadas disyuntivas, entre las principales está el momento en el cual ese embrión puede ser considerado un ser humano, y además el criterio de la madre en ese sentido y el derecho que, dicen, tiene la mujer sobre su cuerpo.
No es fácil tratar de lograr un acuerdo en temas éticos, principalmente porque éstos parten desde principios valóricos distintos que cada persona tiene y que valoran la realidad de una forma diferente. Por lo anterior, claramente es necesario concentrar la discusión en los motivos concretos que justificarían la interrupción del embarazo y las condiciones convenientes para una eventual despenalización.
Por esta razón es preciso concentrarse en lo fundamental…¿Desde cuándo un feto es un ser humano? A partir de esta interrogante, es necesario plantear un piso a la discusión, pues a mi juicio se ha enfocado más el debate en los derechos de la mujer, más que en el ser vivo que está por nacer. En otras palabras, lo importante a defender no es el derecho a matar a un niño indefenso, sino que en el derecho que tiene ese individuo en vivir, pese a las circunstancias que rodeen su nacimiento.
Desde este punto de vista, claramente se justifica lo que indica la Constitución de la República, cuando “asegura a todas las personas: 1° El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona. La ley protege la vida del que está por nacer”.
Y es aquí donde se podría abrir un punto de inflexión, puesto que la ley orgánica defiende la vida del que está por nacer, pero no se refiere a la vida de la madre cuando está en riesgo a causa de un embarazo, que debiera ser regulado sólo en la medida que haya un compromiso vital de la mujer, abriéndose a la posibilidad del aborto terapéutico como vía para eliminar la causa del daño de la salud de la madre y, en ningún caso matar al producto de la concepción sea este humano o no humano, siendo incluso una vía legal menos engorrosa el cambiar el concepto de aborto terapéutico por “interrupción del embarazo”.
Pero más allá de los términos jurídicos, creo importante enfatizar que esa “interrupción del embarazo”, no es materia sólo de la madre y su pareja (que en toda la discusión ha sido ignorado), pues a mi juicio quién debe decidir cuando un embrión o feto humano no tiene posibilidades de vivir fuera del vientre materno, debe quedar en manos del médico tratante junto al equipo de profesionales que conoce a cabalidad el diagnóstico, en una evaluación médica que incluya el compromiso vital o de la salud de la paciente embarazada y la inminencia de su muerte. Junto con el estado del proceso gestacional, el diagnóstico de embrión o feto humano (o no humano), su carácter de invasivo o su peligrosidad de continuar en la embarazada**.
Lo anterior, concordando con lo que postula un experto en el tema, como el doctor Carlos Valenzuela Yuraidini, Pedagogo en Religión y Moral, Médico-Cirujano, Doctor en Ciencias, Profesor de Genética, Etica y Epistemología, y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
Respecto a las otras razones para interrumpir el embarazo, el aborto eugenésico y por una violación, no creo que existan suficientes argumentos para justificarlas.
El aborto eugenésico, que es la interrupción del embarazo con la intención de matar al embrión o feto, dado que presenta una anomalía genética valorada negativamente por la madre o las personas que pueden tomar esa decisión, se acerca incluso a las ideologías como la nazi y su búsqueda de la raza perfecta.
Si bien se argumenta que hay un tema de calidad de vida, no es menor indicar que la ciencia ha avanzado al punto de hacer en cierto modo llevadera la pesada carga que significa tener un hijo con deficiencias serias.
En términos simples le planteo la siguiente interrogante ¿No tiene derecho a vivir un niño con síndrome de Down?.
En el caso de un ataque sexual, es normal que se origine un rechazo de la madre hacia el ser que se gesta en su interior, por el importante trauma de quien es víctima de este deleznable hecho, especialmente por la ausencia de de amor o afecto en el origen del acto sexual fecundante.
Aún así, creo que es condenable el hecho de asesinar un ser humano inocente que no tiene alguna culpa de la brutalidad y el actuar irracional de las personas. Por esto, es necesario generar una red de protección y apoyo psicológico a la madre con tal que ese pequeño pueda ver la luz y ser dado en adopción, como una forma de defender la vida.
Legislar el aborto es complejo por las implicancias de un dilema ético y que se presta para el populismo. Creo que lo mejor es centrarse en legislar por la vida, más allá de las libertades humanas que algunos se arrogan, creando condiciones para legalizar el rechazo gratuito de la vida.
* Biblioteca del Congreso Nacional.
** Valenzuela CY. Etica científica del origen humano. Rev Méd Chile 1997; 125: 701-5.