En una región dominada por la prensa oficial, las redes sociales permitieron a los jóvenes hacer escuchar al mundo entero la voz de la “primavera árabe”, a pesar de que la credibilidad de las informaciones difundidas por estos nuevos vectores es a veces puesta en duda.

“Cuando lanzamos en Facebook el primer llamado a manifestar a fines de enero, no teníamos ni idea de la cantidad de personas que respondería”, afirma el activista yemení Hashem al Sufi.

“Pero quedamos agradablemente sorprendidos cuando centenares de jóvenes se congregaron delante de la Universidad de Saná antes de la hora prevista” de la manifestación reclamando la partida del presidente Alí Abdalá Saleh, agrega.

Son estos jóvenes los que lanzaron el movimiento de protesta en Yemen, manifestando sin descanso todos los días delante de la universidad, haciéndose golpear por los partidarios del régimen hasta que su movimiento recibiera el apoyo de la oposición parlamentaria.

Las redes sociales tuvieron un rol primordial para encender la mecha de la “primavera árabe”, encendida con la inmolación por fuego de un joven tunecino el 17 de diciembre.

Desde entonces los regímenes tunecino y egipcio cayeron y la revuelta llegó a Libia, Yemen, Siria y Bahréin en donde el movimiento de protesta fue reprimido por la fuerza a mediados de marzo por la monarquía, apoyada por sus vecinos del Golfo.

“Internet en Siria se convirtió en la única arma de los periodistas y de los militantes frente a las balas y los tanques del gobierno”, afirma Mohamad al Abdalá, un activista sirio establecido en Estados Unidos. “YouTube venció al gobierno sirio”, añade.

Pero si los medios tradicionales no se hacen eco, el movimiento tiene pocas posibilidades de hacerse escuchar, como lo subraya una activista bahreiní contactada por Facebook.

El movimiento de protesta que estalló el 14 de febrero en este pequeño reino del Golfo “comenzó en una página Facebook, y se transformó en una verdadera revolución”, escribe esta militante que pidió el anonimato.

“Pero los canales satelitales árabes, entre ellos Al Jazeera, no apoyaron nuestro movimiento por razones políticas y sobre todo para no irritar a Arabia Saudita”, lamenta.

La activista subraya que el canal con sede en Qatar tuvo un rol de primer orden por ejemplo al apoyar las revueltas en Egipto y en Túnez.

Aunque internet tenga un rol esencial, son los canales satelitales que difundieron las imágenes transmitidas en internet por los manifestantes los que permitieron que llegaran a un público más amplio.

“Las redes sociales tuvieron un rol importante, ya que el espacio de la comunicación política y social es inexistente en la mayoría de los países árabes debido a la represión”, explica Ziad Majed, profesor de Medio Oriente contemporáneo en la Universidad Americana de París.

Además, “allí en donde la prensa no tiene acceso, YouTube y los teléfonos celulares constituyeron una alternativa”, como en el caso sirio, agrega.

“Cada ciudadano se convirtió en un corresponsal, y la gente pudo hacer llegar su voz de la primavera árabe”, estima este analista para quien la influencia de los nuevos medios se decuplica con su “alianza” con la prensa tradicional.

Pero la utilización por la prensa tradicional de imágenes de las que no es posible verificar la autenticidad y la inexistencia de fuentes independientes cuando los periodistas no tienen acceso a ciertas zonas plantea un peligro.

El caso de la falsa bloguera lesbiana de Damasco, convertida en un icono del movimiento democrático en Siria, y detrás de la que se escondía un estadounidense de 40 años mostró hasta dónde puede llegar la impostura.

“Seis meses después de comenzadas las revueltas árabes, una parte de los regímenes comprendió la importancia de poner en duda la credibilidad de esas redes sociales, algunos de ellos publicaron en internet imágenes destinadas” a quitarle credibilidad a las redes sociales, según Majed.