El fundador de WikiLeaks llegó este jueves a la Alta Corte de Londres que debe decidir si lo deja en libertad bajo fianza o lo mantiene en la prisión donde está detenido desde el 7 de diciembre a la espera de un veredicto sobre su extradición a Suecia, que podría tardar meses.
El australiano, de 39 años, debe comparecer ante el juez que examinará el recurso contra la decisión de ponerlo en libertad presentado por los abogados británicos que defienden los intereses de Suecia, país que lo reclama por presuntos delitos sexuales.
El creador de la web que difunde desde finales de noviembre miles de cables de la diplomacia estadounidense llegó a primera hora de la mañana al céntrico tribunal en una furgoneta blanca procedente de una cárcel londinense.
Poco después lo hizo su abogado, Mark Stephens, quien dijo tener “esperanzas” de que el juez falle a su favor en esta vista independiente del proceso de extradición.
“Es desafortunado que alguien que en mi opinión no iría a la cárcel incluso si fuera condenado (por las acusaciones por las que le reclama Suecia) esté efectivamente detenido en un régimen de castigo en la cárcel de Wandsworth en condiciones victorianas”, declaró Stephens.
Si el juez rechaza el recurso, Assange recuperará la libertad en cuanto los abogados consigan reunir las 200.000 libras (315.000 dólares, 236.000 euros) en metálico de la fianza fijada el martes por el juez del tribunal de Westminster cuando le concedió la puesta en libertad con condiciones.
“Creemos que tendremos el dinero hoy. Parece que está en el sistema bancario”, dijo Stephens a las decenas de periodistas que se congregaron ante el tribunal. “Tenemos promesas de la gente que le respaldó en ocasiones anteriores”, agregó en referencia al cineasta Ken Loach, al periodista y documentalista John Pilger y a la millonaria Jemima Khan, entre otros.
Además, el juez exigió dos avales de 20.000 libras (31.500 dólares, 23.600 libras), uno de los cuales fue proporcionado por su amigo y presidente del club de periodistas Frontline Club Vaughan Smith, quien también puso a disposición de Assange la mansión donde vivirá si sale de prisión, situada dentro de una propiedad de más de 240 hectáreas en el campo, a unos 200 km de Londres.
El ex hacker, a quien le será retirado el pasaporte, deberá llevar también un brazalete electrónico, respetar un estricto toque de queda de 10H00 a 14H00 y de 22H00 a 02H00, y presentarse a diario en una comisaría local.
En cambio, si el recurso presentado por los abogados que actúan en nombre de la fiscalía sueca prospera, Assange deberá regresar a su celda de aislamiento hasta la próxima vista de su proceso de extradición, fijada por el momento para el 11 de enero.
Al igual que el pasado martes, éstos deberían alegar que no se han registrado cambios en la situación de Assange desde que la puesta en libertad le fue denegada por primera vez el 7 de diciembre, día en que se presentó voluntariamente en la policía, por lo que sigue existiendo un riesgo de fuga.
La defensa de Assange considera, sin embargo, que el caso está “políticamente motivado”, y temen que el pedido de extradición de Suecia no sea más que una etapa antes de su entrega a Estados Unidos.
Las autoridades de este país, crecientemente indignadas por las revelaciones de WikiLeaks, han señalado en varias ocasiones que estudiaban la manera de acusarlo por la difusión de 250.000 cables de su departamento de Estado y sus embajadas en el mundo.