Centenares de cuerpos fueron incinerados el sábado en la provincia china de Qinghai (noroeste) para evitar la propagación de epidemias, tres días después del sismo que causó 1.339 muertos y más de 300 desaparecidos.

Imagen Archivo / generaccion.com

Imagen Archivo / generaccion.com

Centenares de cuerpos fueron incinerados el sábado en la provincia china de Qinghai (noroeste) para evitar la propagación de epidemias, tres días después del sismo que causó 1.339 muertos y más de 300 desaparecidos.

El último balance del sismo en esta remota provincia de la meseta tibetana del noroeste de China, se agravó el sábado llegando a 1.339 muertos, 11.849 heridos — 1.297 de ellos graves — y 332 desaparecidos, precisó Xia Xueping, portavoz de las operaciones de socorro.

Los cuerpos de hombres, mujeres y niños fueron llevados en camiones hasta el lugar de la incineración, en Jiegu, cerca del epicentro del sismo, y alineados por monjes budistas en una zanja de 150 metros, sobre un lecho de maderos, comprobaron periodistas de la AFP.

Otros cientos de monjes entonaron cantos fúnebres en el lugar, cercano a las estribaciones de las montañas, en las afueras de la ciudad devastada por el potente terremoto del miércoles.

Después de una última bendición budista, los cuerpos fueron rociados con gasolina, a la que se prendió fuego, elevándose primero grandes llamas y, luego, una espesa columna de humo negro.

“La cremación liberará sus espíritus para que puedan ir al cielo”, dijo Fale, una mujer tibetana que depende del monasterio budista de Jiegu, que domina desde las alturas la ciudad.

El sismo de Qinghai -la provincia natal del dalai lama, el líder espiritual del budismo tibetano- ha afectado a una región poblada en forma mayoritaria por chinos de la etnia tibetana, que componen el 97% de los 100.000 habitantes de la prefectura de Yushu .

Según el diario Noticias de Pekín, que cita a funcionarios locales, un total de 740 cuerpos iban a ser incinerados este sábado.

Para las autoridades, la preocupación es sobre todo sanitaria, con el fin de evitar que se propaguen las enfermedades con la presencia de cuerpos en descomposición.

El balance de víctimas corre el riesgo de empeorar ya que la esperanza de encontrar sobrevivientes disminuye hora por hora.

“En las primeras 72 horas después de un sismo hay más esperanzas de encontrar sobrevivientes”, declaró a China Nueva Xi Mei, médico de los equipos de socorro.

Tras la visita al epicentro del terremoto del primer ministro chino Wen Jiabao, el jueves y el viernes, los socorristas comenzaron a organizar la ayuda para los 100.000 damnificados que carecen de alimentos, agua y electricidad y en condiciones climáticas difíciles, con temperaturas glaciales.

Las infraestructuras de Jiegu, la principal ciudad de la región, quedaron casi destruidas por completo. La red de agua potable “se paralizó”, según Xia Xueping, portavoz de los socorristas.