El desastre del terremoto en Haití volvió a dar una oportunidad a Estados Unidos de exhibir su capacidad de respuesta y de ofrecer su mejor rostro ante América Latina, tras un año de agitados vaivénes diplomáticos.

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“Nuestra nación tiene una capacidad particular para ayudar y entregar asistencia que puede salvar vidas”, declaró el presidente Barack Obama el viernes, en su tercera intervención pública en la semana para hablar del desastre haitiano.

“Esa responsabilidad aumenta obviamente cuando la devastación sufrida está tan cerca de nosotros”, añadió.

“Los haitianos son nuestros vecinos en América. Y para los estadounidenses, son familiares y amigos”, recordó.

Poco después, su gobierno anunciaba que otorgaba un estatuto de asilo temporal a los haitianos residentes en el país a fecha del 12 de enero, cuando ocurrió el terrible sismo en el país más pobre de América.

Ese estatuto, sin embargo, no se aplicará a los que lleguen a las costas estadounidenses tras el terrible drama, advirtió el Departamento.

En pocos días, Washington fue capaz de movilizar un auténtico alud de ayuda y personal, incluidos 10 mil soldados cuya presencia sin embargo puede traer recuerdos dolorosos en Haití, escenario de repetidas intervenciones militares de su poderoso vecino del Norte.

Washington consiguió también que Cuba le autorizara vuelos directos de evacuación por encima del territorio de la isla y Obama coordinó esfuerzos con varios presidentes de la región, como el brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, con cuyo gobierno ha mantenido recientes discrepancias.

“Es una oportunidad para la administración Obama de recuperar en parte algo del terreno perdido en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina en 2009, especialmente con Brasil”, que cuenta con miles de soldados en Haití, explicó a la AFP Michael Shifter, del centro de estudios Diálogo Interamericano.

“Es irrealista pensar que eso va a resolver los problemas a largo plazo”, añadió.

Los responsables estadounidenses admiten que la seguridad en Haití puede rápidamente convertirse en una pesadilla.

Estados Unidos deberá concentrarse en sus amigos y seguir dialogando con sus adversarios como Venezuela, guardando siempre una posición firme, considera Shifter.