El caso se remonta a noviembre de 1990 cuando Ariel Antonioletti de 22 años, acusado de asaltos y homicidios, llegó a refugiarse hasta una casa de la comuna de Estación Central.

Esto, después de que el 14 de dicho mes fuera rescatado a balazos desde el hospital Sótero del Río, en un episodio en el que murieron 3 gendarmes y 1 carabinero.

Antonioletti llegó a la casa de Juan Carvajal, actual jefe de la Secretaría de Comunicaciones de Gobierno, acogido a petición de un primo de su esposa y sin saber que se trataba del joven prófugo.

Al enterarse de la verdad Carvajal, por esos días editor internacional del periódico “Fortín Mapocho”, sospechó que todo se trataba de una operación para perjudicarlo.

Es así como se pone en contacto con su amigo, Ricardo Solari; el entonces subsecretario general de la Presidencia, a quien le cuenta y además por intermedio de él a Belisario Velasco, quien ocupando el cargo de subsecretario del Interior, entrega la información a la PDI para detener a Antonioletti.

Es así como la madrugada del 16 de noviembre de 1990 los detectives irrumpen en el domicilio, produciéndose una balacera en la que muere el joven lautarista, mientras el hoy asesor presidencial protegía a sus 2 hijos y a su mujer debajo de una cama.

Anoche, familiares y cercanos de Ariel Antonioletti lo recordaron en una plaza del sector de Las Rejas de la comuna de Estación Central, donde hace dos décadas tenía su casa Carvajal.

Ana María Antonioletti, madre del joven, cuenta que éste se reunió con ella a los pocos días de ocurrido la balacera; oportunidad ( dice) en la que negó haberle entregado información al Gobierno sobre su hijo.

Ángel Lagos, director de un documental sobre el joven lautarista, espera que Carvajal acepte ser entrevistado y cuente su versión.

El hoy experto comunicacional de La Moneda estuvo detenido e incomunicado en la Penitenciaría tras lo ocurrido la madrugada del 16 de noviembre de 1990.

Debió explicar y demostrar su desvinculación con el lautarista prófugo e incluso después temiendo por su vida, cuentan sus cercanos, al ser visto por el Lautaro como un delator.