Las mujeres, los indígenas y los negros reciben menores salarios que los hombres blancos en América Latina, mostró un estudio divulgado este lunes por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Fuente: Agencia AFP
A pesar del importante crecimiento económico que experimentó la región en esta década, la brecha salarial por género y etnia sigue siendo significativa, indicó el estudio del BID, presentado en el día que recuerda la llegada de Cristóbal Colón a América.
Los afrodescendientes e indígenas en la región ganan en promedio un 28% menos que sus pares blancos con la misma edad y nivel educativo, mostró el estudio que se basó en un análisis de datos de hogares de 18 países de la región.
Por su parte, las mujeres tienen salarios 17% menores que los hombres, aunque a veces están mejor educadas, reveló el BID.
Las diferencias salariales varían notablemente de país a país. En Brasil, por ejemplo, los hombres ganan 30% más que las mujeres, mientras que en Bolivia la diferencia es leve.
En general, la menor brecha se consigue entre hombres y mujeres que trabajan en zonas rurales y en jóvenes con títulos universitarios.
Pero a medida que avanzan en edad, la diferencia se acrecienta, lo que podría deberse a que muchas mujeres salen del mercado laboral o no pueden seguir ascendiendo después de dar a luz, señaló el estudio.
La diferencia de salarios entre blancos, indígenas y negros podría obedecer a que a estos dos últimos grupos les cuesta llegar a puestos de trabajo con alta remuneración.
“Las brechas salariales de origen étnico están vinculadas a una segregación ocupacional, en la medida en que las minorías se encuentran subrepresentadas en ocupaciones de empleadores donde los salarios son mayores”, señaló uno de los autores de la investigación, Hugo Ñopo.
“Al igual que en la brecha por género, es difícil, por ejemplo, encontrar minorías empleadas con el perfil típico de un gerente general”, dijo.
El estudio recomendó a los gobiernos de la región implementar políticas para mejorar el nivel educativo de los grupos menos privilegiados, así como tomar medidas tales como la expansión de guarderías infantiles, que permitan a las mujeres retomar sus puestos en el mercado laboral tras tener hijos.
“Superar esa situación es más que un imperativo moral. Es una estrategia esencial para reducir la pobreza en la región”, agregó Ñopo.