En 1990 se estrenó la película “Mi Pobre Angelito”, que fue protagonizada por el recordado Macauly Culkin y que con el tiempo se transformó en todo un clásico.

Debido al éxito que obtuvo la producción, dos años después fue filmada una secuela.

En ambas versiones se repitieron los papeles numerosos actores, sin embargo hay dos que siguen siendo muy recordados: los tontos ladrones Harry y Marv.

En una reciente entrevista con el sitio The Hollywood Reporter, el actor que interpretó a Marv, Daniel Stern, comentó algunos secretos respecto a las películas en las que participó, 25 años después.

“Home Alone” (título original de la película) fue el primer guión que el actor leyó y que le provocó una risa tan fuerte que debió guardar el texto y “procesar toda la locura”. Su cariño por el proyecto fue instantáneo.

A pesar de que reconoce que no hubo nada de gravedad, si sufrió algunas lesiones. “Es como practicar deportes, es un dolor agradable por que estás haciendo algo que disfrutas, a diferencia de las lesiones más serias”, comentó el actor.

En una de las escenas, Stern dice que se hizo bastante daño, lo que le llenó el rostro de sangre.

“Comenzó a sangrarme la nariz, cuando tuve que meter mi cabeza por la parte de la puerta en que entra el perro”, admitió entre risas. “Tenía que sacar mi cabeza rápidamente, pero mi gran nariz se cortó”, agregó.

También recordó que una de las trampas en la película que más le gustó, fue aquella en la que Kevin (Macauly Culkin) dejó varios adornos de pascua, algunos con filo, en el suelo que debió pisar a pie descalzo después de entrar por una ventana.

Otro momento que recuerda con gran precisión, fue cuando le pusieron una tarántula real en la cara. “Llegué al set de filmación, y me dijeron: ´bueno, tenemos una de mentira, pero también una de verdad´”. Me aseguraron que la tarántula era bastante agradable, y me la mostraron mientras caminaba por el brazo del entrenador.

Hollywood Reporter | Twitter
Hollywood Reporter | Twitter

Aún sin estar 100% seguro de realizar la escena con la tarántula real, le preguntó al equipo de producción si era posible quitarle el aguijón, a lo que le respondieron que no, ya que moriría.

“Fue ahí cuando les dije que entonces el que se va a morir seré yo. Pero todos parecían estar bien con eso, por lo que tuve que ponerme a esa tarántula en la cara”, señaló riéndose.