“Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana… y del universo no estoy seguro”. Con esta célebre frase, el físico Albert Einstein declaraba su poca fe en la inteligencia del ser humano, en una época especialmente sombría por las guerras mundiales y la bomba atómica.

Sin embargo es probable que Einstein tuviera razón más allá de la teoría. Nuevamente.

Eso según dos artículos publicados en la revista científica “Trends of Genetics” por el biólogo Gerald Crabtree, quien es profesor en la Universidad de Stanford en Estados Unidos.

Según el investigador, los genes permitirían demostrar que la humanidad -en efecto- se está volviendo cada vez más estúpida, debido a cambios involuntarios en nuestros procesos de evolución y selección natural.

Crabtree explica que el ser humano requiere un número sorprendentemente grande de genes para desarrollar a plenitud sus capacidades intelectuales y emocionales: entre 2.000 y 5.000, para ser más específicos.

Pero a través de las mutaciones naturales ocurridas con el paso de las generaciones, estas cadenas genéticas se habrían ido dañando y lo que es aún peor: la naturaleza no tiene ninguna intención de devolvérnosla.

“Entre más genes se requieran para llevar a cabo tareas cotidianas, más susceptibles somos como especies a cambios aleatorios que reducen nuestra capacidad intelectual y emocional. Podría apostar a que si un ciudadano promedio de la antigua Atenas del año 1.000 antes de Cristo apareciera repentinamente, sería uno de los hombres más brillantes e inteligentes que pudiera vivir entre nosotros”, aseveró Crabtree.

La razón de ello es que en los albores de la civilización, la genética humana se empecinó en mejorar nuestras capacidad de pensamiento abstracto y razonamiento, como una forma de darnos ventaja en el entorno.

Sin embargo a medida que el hombre se fue trasladando a vivir en grandes ciudades, otras mejoras corporales se hicieron prioritarias, como la resistencia a las enfermedades, lo cual descuidó nuestra evolución intelectual, consigna el sitio británico de tecnología The Register.

“Estamos obligados a concluir que la vida del ser humano como cazador requería de tanto pensamiento abstracto como del que necesitamos hoy para funcionar en nuestra sociedad. Sorprendentemente, pareciera que si uno es un buen arquitecto, matemático o banquero, es gracias a habilidades que les permitieron sobrevivir a nuestros ancestros como cazadores-recolectores”, indica Crabtree.

“Sin embargo, también parece bastante probable que nuestra necesidad de inteligencia se redujo a medida que comenzamos a vivir en ciudades densamente pobladas, con todos los servicios, lo que nos lleva a lapsus de buen juicio o deficiencias en la comprensión”, añadió.

Para el biólogo, el panorama es aún menos alentador. Según su teoría, dentro de 3.000 años o cerca de 120 generaciones más, todas las personas habrás sufrido al menos dos o más mutaciones peligrosas para nuestra estabilidad emocional e intelectual.

“Ni siquiera necesitamos evocar la visión de una población mundial que ve dócilmente programas repetidos de televisión que ya no puede comprender o elaborar”, concluyó sombríamente.