El ministerio de Salud activó hace unos días un protocolo sanitario en todos los centros hospitalarios del país. La razón es que se detectaron en Santiago al menos dos casos de sarampión, enfermedad que está erradicada de nuestro país desde 1980.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) desde hace dos años viene advirtiendo de los brotes de esta enfermedad, y asegura que el año pasado se incrementaron en China, la República Democrática del Congo y Nigeria. No obstante, la mayoría de las muertes por sarampión se registraron en India, Nigeria, Pakistán y Etiopía.

De hecho, el año pasado la OMS entregó una alerta asegurando que “las muertes por sarampión aumentaron casi un 20% en 2013 y el virus podría expandirse peligrosamente. Más de 145.000 personas fallecieron a causa de esa enfermedad el año pasado, un número superior a las 122.000 víctimas de 2012”. Dicha alerta frente a esta mortal enfermedad aún se mantiene vigente.

Según datos entregados por la OMS, el sarampión es una de las principales causas de muerte entre los niños pequeños, a pesar de que hay una vacuna segura y eficaz para prevenirlo. En 2013, hubo 145.700 muertes por sarampión en todo el mundo, es decir, cerca de 400 por día y 16 por hora.

Se estima que entre 2000 y 2013, la vacuna contra el sarampión evitó 15,6 millones de muertes, lo que la convierte en una de las mejores inversiones en salud pública.

¿Qué es el sarampión?

El sarampión es una enfermedad muy contagiosa y grave causada por un virus. En 1980, antes de que se generalizara el uso de la vacuna, esta enfermedad causaba cerca de 2,6 millones de muertes al año. Y a nivel mundial sigue siendo una de las principales causas de muerte en niños pequeños, a pesar de la vacuna.

Es un virus de la familia de los paramixovirus, que normalmente crece en las células de revestimiento de la faringe y los pulmones. Se trata de una enfermedad humana que no afecta a los animales.

La mayoría de las muertes se deben a complicaciones del sarampión, que son más frecuentes en menores de 5 años y adultos de más de 20 años. Las más graves son la ceguera, la encefalitis (infección acompañada de edema cerebral), la diarrea grave (que puede provocar deshidratación), las infecciones del oído y las infecciones respiratorias graves, como la neumonía.

La infección también puede provocar complicaciones graves en las mujeres embarazadas, e incluso ser causa de aborto o parto prematuro.

El virus del sarampión es muy contagioso y se propaga por la tos y los estornudos, el contacto personal íntimo o el contacto directo con secreciones nasales o faríngeas infectadas. Está presente en el aire o sobre superficies infectadas sigue siendo activo y contagioso durante periodos de hasta 2 horas. Puede ser transmitido por un individuo infectado desde 4 días antes hasta 4 días después de la aparición del exantema.

Cabe destacar que las personas que se recuperan del sarampión se vuelven inmunes de por vida.

Síntomas del sarampión

Ante un brote de esta enfermedad o en casos aislados como lo que se produjeron hace unos días, los protocolos de alerta son estrictos para evitar que se produzcan más contagios. La OMS entrega una serie de recomendaciones y explica cuáles son los síntomas que deben tener en cuenta los padres de niños pequeños o los adultos.

El primer signo del sarampión suele ser la fiebre alta, que comienza unos 10 a 12 días después de la exposición al virus. Esto puede durar una semana o al menos cuatro días. En la fase inicial, el paciente puede presentar secreción nasal, tos, ojos llorosos y rojos, y pequeñas manchas blancas en la cara interna de las mejillas.

Al cabo de varios días, aparece un exantema o erupción cutánea, generalmente en el rostro y la parte superior del cuello, que se extiende en unos 3 días, acabando por afectar a las manos y pies.

La enfermedad, desde que se produce el contagio y la aparición de los signos visibles en la piel, puede durar 15 días.