Una presentación para todos los gustos, que se repitió durante cuatro días, fue la que brindó el Ballet de Santiago que dirige Marcia Haydée, en su tradicional Gala Internacional anual en el Teatro Municipal.

Esta Gala, que mezcló ritmo, colores, danza y música, incluso canto, fue toda una novedad con que sorprendió la agrupación de baile del Municipal, sin duda lejos la más completa del país. Además que tuvo como un plus, la participación de seis bailarines extranjeros (tres parejas), que significaron elevar el espectáculo a un gran nivel de técnica, de preparación y de talento.

Como señalaron los críticos, el Ballet de Santiago ofreció aires de renovación en lo que ofrecieron sus bailarines sobre el escenario del Municipal, pero con una programación dividida estrictamente en dos mitades: la inicial con piezas clásicas y el acompañamiento de la Orquesta Filarmónica de Santiago conducida por José Luis Domínguez y la segunda con música grabada y obras contemporáneas.

Lo mejor, sin duda, fue la primera parte y, muy en especial el Gran Pass Clasique de “Paquita”, con música de Ludwig Minkus con arreglos de Albena Dobreva. La coreografía de Luis Ortigoza según Marius Petipa y la escenografía y vestuario de Pablo Núñez, significaron un gran realce para esta presentación con lucida participación de los solistas y cuerpo de baile de los pupilos de Marcia Haydée.

Los invitados extranjeros, Anna Osadcenko (rusa) y Evan McKie (canadiense), primeros bailarines del Ballet de Stuttgart, fueron aporte importante a esta lucida actuación, pero sin rendir totalmente lo que de ellos se esperaba. La bailarina, especialmente, evidenció falta de prolijidad y energía y algunas notorias fallas de equilibrio. Esta pareja estuvo mejor en la etapa contemporánea de la presentación, con su participación en el pas de deux “Fanfare LX”, de Douglas Lee, con música de Michael Nyman.

De la segunda parte, se destaca primero, nitidamente, la participación del gran bailarín Luis Ortigoza, con el estreno mundial de “Spaceman”, una creación de Demis Volpi, coreógrafo del Ballet de Stuttgart para él, quien se lució totalmente y fue el más aplaudido, y el debut en Sudamérica de “Cantata” de Mauro Bigonzetti, uno de los coreógrafos contemporáneos más destacados del momento.

La presentación de Cantata durante la Gala Internacional, fue un importante hito en la marcha clásica del Ballet de Santiago, ya que fue la primera vez que sus bailarines se enfrentaron a exigencias de técnicas contemporáneas. Mauro Bigonzetti es hoy uno de los más destacados coreógrafos a nivel mundial gracias a su trabajo con Aterballetto, el English National Ballet, la Deutsche Oper Berlin, La Scala de Milán y otras instituciones. La preparación de Roberto Zamorano, uno de los especialistas en el trabajo del creador italiano, permitió que los artistas del Ballet de Santiago quedarán en buenas condiciones para enfrentar un repertorio mucho más amplio. Y dentro de todo, cumplieron disciplinadamnte con la exigencia técnica que se les impuso.

El programa del espectáculo incluyó, además de estas piezas, otras obras clásicas y contemporáneas, El repertorio continuó con los pas de deux del repertorio clásico –Legende de John Cranko y El Carnaval de Venecia– y dúos contemporáneos –Kazimir’s Colours de Mauro Bigonzetti, Violoncello de Nacho Duato, roles que fueron interpretados por la norteamericana Elizabeth Mason y el holandés Marijn Rademaker, primeros bailarines del Ballet de Stuttgart, y los rusos Sabina Yapparova y Andrey Yakhnyuk, solistas del Ballet de Mikhailovsky, estos últimos, lejos, los de mejor nivel técnico tanto en lo clásico como en lo moderno.

Marcia Haydée destacó que el hecho de que “el comienzo del programa haya sido con el más puro clasicismo y que termine con los artistas bailando sin zapatillas, da cuenta de que el Ballet de Santiago es una de las compañías más grandes del mundo”.