Por estos días la plana mayor del deporte chileno se encuentra en México, presentando oficialmente la promesa de candidatura de Santiago para los Panamericanos del año 2019. Un salto mayor en cuanto a organización de grandes eventos, considerando la alta complejidad que han alcanzado este tipo de citas.

Por lo mismo, Santiago 2014, los próximos Juegos Sudamericanos, debieran convertirse en un gran ensayo general, si da el caso que nuestro país gane la sede Panamericana. La votación final se lleva a cabo en el 2013, lo que daría todo un impulso a los Sudamericanos del año siguiente.

¿Podemos ganar la sede? Con una gran inyección económica en infraestructura y recursos humanos, se puede. Los estándares de un Panamericano son diferentes en cuanto a citas menores: más asientos por locación, una villa para deportistas, conectividad, centro de prensa. La presencia de Canadá y Estados Unidos obliga a una seguridad mayor, con mamparas detectoras por todos lados…una logística enorme. Inolvidable fue en los últimos Panamericanos de Guadalajara la llegada cinematográfica a la ceremonia de inauguración del Presidente Felipe Calderón, en un Boing de proporciones, escoltado por dos aviones caza. Un despliegue justificado dada la situación política siempre tensa de ese país, pero también una demostración de la fuerza del evento.

Chile tiene algunas heridas en esto de las sedes multideportivas: dos renuncias que se desempolvan majaderamente a la hora de postular a cualquier cosa: en 1973, la recién instalada junta militar le quitó el piso económico a los Panamericanos del 75, y en el año 83, conflictos entre el Comité Olímpico de Chile, COCh y la entonces Digeder hicieron zozobrar el evento que debíamos albergar en 1987. Más reciente fue la negativa del ex Presidente Lagos de prestarle una mano a la Odepa (Organización Deportiva Panamericana) cuando Bolivia, sin presupuesto, no pudo cumplir el compromiso de los Odesur 2010. No se quiso crear un “conflicto político” se dijo entonces. Conflicto que data desde la Guerra del Pacífico.

Como sea, eso es pasado y, aparentemente, olvidado. Las relaciones de nuestros actuales dirigentes están en orden con la Odepa. Neven Ilic, presidente del COCh, ha logrado construir con Mario Vásquez Raña, el presidente de Odepa, una relación sólida a partir del primer portazo en la cara que le dio el mexicano hace casi 8 años, cuando el dirigente chileno salió despedido por la secretaria. Los manejos por parte del COCh a nivel internacional han sido finos, trabajados y mejorados. Y como sabemos, en esto de las sedes, el lobby, la amistad y las confianzas personales, son cruciales. No bastan los estadios más fantásticos, ni las mejores intenciones. Siempre habrá una cuota de favoritismo, que Chile se ha encargado de cultivar. Lo mismo sin duda, que los otros postulantes.

¿Votará esta vez la Odepa por la novedad, por la tercera ciudad más pujante de esta área? Por el desarrollo del deporte chileno, esperemos que así sea.

Soledad Bacarreza | Wikimedia (cc)

Soledad Bacarreza | Wikimedia (cc)

Soledad Bacarreza es ex Atleta, Psicóloga y Comentarista Deportiva de vasta trayectoria por importantes medios nacionales. Ha participado en coberturas de grandes eventos como Juegos Olímpicos y Panamericanos. Actualmente integra el equipo de Bío-Bío Deportes.