David Hall tenía una carrera prometedora en la Fuerza Aérea estadounidense cuando uno de sus compañeros lo denunció como homosexual. Diez años después, espera poder volver al uniforme, tras la abolición definitiva este martes de la prohibición de hacer pública su condición.

Hall, de 37 años, ya ha hablado por teléfono con los reclutadores y les ha hecho saber que estará celebrando el martes que “el país, como un todo, se dio cuenta de que esto era algo que tenía que terminar”.

Años de batallas legales y activismo político -junto con actitudes sociales y políticas más abiertas en la mayoría de los aliados de la OTAN- allanaron el camino para el cambio, aprobado en diciembre por el Congreso.

Los militares estadounidenses notarán el fin de la prohibición con bastante fanfarria, pero para aquellos efectivos que tuvieron que mantener en secreto su orientación sexual, o para aquellos que fueron expulsados del servicio, el cambio representa un hito.

Antes de ser denunciado por un compañero ante la comandancia por “conducta homosexual” en 2002, Hall brillaba en un programa de entrenamiento y había sido seleccionado para entrenar como piloto.

“En aquel momento, estaba en el primer lugar de mi clase y tenía un lugar como piloto”, dijo Hall a la AFP.

“Me vi desilusionado. Sentí que había hecho todo bien. Sabía que había hecho todo bien”, agregó Hall, quien pese a estar deseoso de regresar a la Fuerza Aérea, ahora, con 37 años, está pasado de edad para calificar a los cursos de piloto.

“Desafortunadamente no podré volar aviones solo debido a mi edad”, indicó. “Me doy cuenta de eso, pero igual estoy feliz de regresar y lucir el uniforme y servir a mi país haciendo lo que sea que quieran que haga”.

Aquellos efectivos que lograron mantener en privado su homosexualidad dicen haber vivido un temor constante de ser descubiertos, y algunos elegían confesarle su condición a unos pocos de su confianza para aliviar la carga.

“Es un tema de salud mental”, dijo un miembro de la Fuerza Aérea a la GQ Magazine. “Los tipos con los que he volado por un par de meses sabían, porque por mi salud mental no podía tener tanta cercanía y mantener la farsa en pie”, explicó.

“¿Cuántas veces puedes mentir antes de volverte completamente loco?”, agregó.

La ley llamada “Don’t ask, don’t tell” (No preguntes, no digas), adoptada en 1993, obligaba a los efectivos homosexuales y lesbianas a esconder su condición bajo la amenaza de ser expulsados de las fuerzas armadas.

Desde entonces, ha provocado el despido de unos 14.000 soldados debido a su homosexualidad, según distintas asociaciones.