Estimados:

Soy
 Alicia
 Ceballos 
Mejía, 
hija 
de
 Juan 
Armando 
Ceballos 
Rivera, 
chileno (antofagastino)
 muerto 
en 
las 
Torres 
Gemelas 
de
 Nueva 
York 
el 
9/11 
del 
2001.


A
 través
 de
 este
 documento,
 quiero
 hacer
 público
 mis
 cuestionamientos
 sobre
 las
 declaraciones 
que 
han 
realizado 
los
 gobiernos 
norteamericanos
 en
 relación 
a 
los
 ataques
 del 
9/11,
 contradiciéndose
 con 
diversas 
investigaciones 
no 
oficiales
que 
existen
 sobre
 este hecho
 histórico,
 hecho
 que
 causó
 la
 muerte
 de
 mi
 padre
 y
 de
 casi
 3.000
 personas.

¿Por
 qué
 la
 indemnización
 económica
 que
 entregó
 el
 gobierno
 de
 Estados
 Unidos
 fue
 otorgada
 firmando
 un
 documento
 que
 dejaba
 constancia
 que
 al
 recibirla
 nos
 imposibilitaba
 de 
 realizar
 querellas
 y
 demandas?
 ¿No
 va
 esto
 contra
 todos
 los
 tratados
 internacionales 
que 
les 
da 
derechos 
a 
las 
víctimas? 
¿Qué 
silencio 
querían 
comprar?

¿Tiene 
algo 
que 
ver 
el 
gobierno 
de 
George 
W. 
Bush 
con 
todo 
esto?

¿Por 
qué 
ocultaron 
durante 
10 
años
 los 
trabajos 
realizados 
en 
la 
Zona 
Cero, 
borrando 
la evidencia
 principal
 de
 esta
 tragedia,
 convertida
 hoy
 en
 un
 memorial
 de
 arquitectura
 contemporánea?

Será que ¿Bush = Bin Laden?

Estas y muchas más constantes preguntas son las que me generan este gran sentimiento de injusticia, cuestionando la muerte de mi padre y miles de personas con el fin de justificar la guerra por el petróleo en Medio Oriente, instaurando terror en los ciudadanos norteamericanos, aprobando su consagración y manipulando la información para el beneficio del gobierno .

Y así, la historia nos ratifica que las guerras económicas y territoriales se han justificado con hechos de sangre, violando los derechos fundamentales de los seres humanos, utilizando estrategias comunicacionales, políticas y económicas como instrumentos de dominación social.

Por lo mismo, el 9/11 de EE.UU. y de Chile son hechos violentos que atentan contra toda la humanidad al cobrar vidas humanas inocentes e indefensas, las cuales merecen la intervención de la justicia, una que, por supuesto, sea imparcial y capaz de juzgar a las más altas autoridades si fuese necesario, lo cual no puedo imaginar que sea por otro tribunal sino uno internacional.

Solo la lucha por la verdad de estos muertos y desaparecidos, es la que logrará esclarecer estas y muchas más constantes preguntas, que hoy como hija, me siento en la obligación de responder.