En materia de sexo, cada uno es libre de experimentar el placer de diferentes maneras. Sin embargo, la mayoría de las prácticas están asociadas a alcanzar el orgasmo, dejando de lado que “los mal llamados preliminares” también dan satisfacción.

Es ahí que entra en juego, el “slow sex”, una forma de apreciar el “otro costado del sexo”: las caricias, mimos, e, incluso, susurros que te harán “tocar el cielo con las manos” previo a la penetración o eyaculación.

Como su propio nombre lo indica, se trata de tener sexo y ser consciente de que el tiempo siempre corre a tu favor. Además, el considerado clímax no es el punto álgido de una relación sexual.

Básicamente, el slow sex consiste en dedicarle el tiempo que sea necesario para conectar con el otro a través de caricias, besos, juegos, quitándole protagonismo a la penetración.

En vez de dedicarle toda la atención al orgasmo, el slow sex propone poner en valor el contacto con tu pareja.

Uno de los más grandes “inconvenientes” de esta técnica es que tendrás que controlar tus impulsos sexuales, ya que precisamente busca retrasar la eyaculación masculina lo máximo posible.

Fue Diana Richardson la autora que puso nombre y apellidos a esta práctica en 2011 y estableció una serie de parámetros para determinar qué era exactamente el “slow sex”.

En su publicación, Richardson definía esta práctica como un acto sexual derivado de una decisión consciente, no de un encuentro accidental.

Además, explica cómo la lentitud en el encuentro sexual incrementa la sensibilidad y despierta el mecanismo innato del cuerpo para buscar el placer motivado por el roce y el contacto humano.

La mirada y la respiración también tienen un papel fundamental durante el slow sex. Lo ideal sería que se sincronicen las respiraciones para acompañarse y alinearse de forma natural.

Para lograrlo, deberían probar de inhalar y exhalar el aire por la nariz, de forma despacio y pausada al mismo tiempo. En cuanto a la mirada, es una forma de darse seguridad el uno con el otro.

Uno de los pasos fundamentales de este proceso de slow sex es conocer bien cómo es el cuerpo de tu pareja. Debes saber con certeza cómo le gusta que le toquen, dónde le encanta que le muerdan o en qué parte de su cuerpo le gustaría que le beses.

Una de las formas de explorar el cuerpo de tu pareja es sumando gel o aceites para proceder a la exploración de las zonas erógenas y de mayor sensibilidad. También, los juguetes sexuales son grandes aliados.