Muchas veces las denominadas “relaciones abiertas” son vistas con temor o recelo por algunas parejas. Sin embargo, hay quienes disfrutan satisfactoriamente de este tipo de acuerdos amorosos.

En pocas palabras, una relación abierta significa que existe una pareja principal, pero ambos tienen permitido estar sexual o románticamente con otras personas.

“Son relaciones que no se basan en la monogamia obligatoria o exigida, por lo que los miembros de la misma pueden tener relaciones íntimas con otras personas sin que esto suponga cuestionarse el amor sentido, el respeto o la lealtad”, explica Soraya Calvo, doctora en Educación, sexóloga y profesora de la Universidad de Oviedo, al diario electrónico ABC.

En este contexto, se cree que su principal objetivo es desarticular uno de los mayores peligros en una relación: la infidelidad.

¿Este tipo de relaciones son satisfactorias?

Un estudio de 2018, realizado por la Universidad de Guelph, Canadá, reveló que las personas que participan en relaciones abiertas, son tan felices como sus contrapartes emparejadas.

La investigación publicado en el Journal of Social and Personal Relationships, encuestó a más de 140 personas en relaciones no monógamas y más de 200 en relaciones monógamas y las comparó entre sí.

“Encontramos que las personas en relaciones consensuadas y no monógamas experimentan los mismos niveles de satisfacción en la relación, bienestar psicológico y satisfacción sexual que las personas en relaciones monógamas”, explicó Jessica Wood, estudiante de doctorado en psicología social aplicada y autora principal del estudio.

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¿Piensas abrir tu relación?

Según complementa Ruth González Ousset, sexóloga, psicoterapeuta al diario electrónico, abrir la relación no es una decisión que se tome de la noche a la mañana. Asimismo, hay que considerar varios factores.

En estos casos, las decisiones deben ser siempre reversibles. Además, debe existir un espacio lo suficientemente seguro en la relación para poder plantear todas las preocupaciones e incomodidades que surjan en el camino.

“Una buena comunicación por sí sola no sería suficiente”, advierte. De ese modo, aconseja que el primer paso es analizar cómo está la pareja “en el aquí y ahora”. Posteriormente hacer una reflexión en profundidad sobre cómo se quiere abrir la relación.

“Se pueden hablar muchas cosas, con qué frecuencia se puede ver a otras personas, si se puede repetir, qué sienten cuando están con otros, si se lo van a contar o prefieren no saberlo, quiénes están en la relación principal y quiénes en las secundarias”, indica.

Considera los riesgos

Asimismo, debes asegurarte de que con este acuerdo ninguno de los dos vaya a resultar dañado o se sienta despreciado.

Del mismo modo, la sexóloga advierte que es un error entender el concepto de relación abierta como un parche para un vínculo que está roto.

“Si dos personas tienen problemas en su vínculo de pareja deben solucionar esos problemas de manera directa y bidireccional; nada externo puede solucionarlos, tampoco una nueva persona“, manifiesta.

Recuerda que abrir una relación para solventar dificultades en la pareja, puede convertir el problema en algo mucho más complicado de gestionar. “Se corre el riesgo de dañar a terceras personas y entrar en dinámicas relacionales de poder”, concluye.