La Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha propuesto para el año 2030 eliminar los casos de hepatitis a nivel mundial. Un desafío importante que, a través del Día Mundial Contra la Hepatitis, celebrado este 28 de julio, busca erradicar esta enfermedad con campañas que invitan a las personas a conocer las vías de contagio, los diferentes tipos y acceder a un tratamiento adecuado.

Sobre las principales causas que provocan hepatitis, Leonardo Siri, Jefe de Infectología de Clínica Bupa Santiago, comenta que “son múltiples, siendo las más frecuentes las infecciosas virales, autoinmunes, relacionadas al hígado graso y aquellas provocadas por tóxicos, como hongos y medicamentos, como el paracetamol en altas dosis”.

Previene el contagio de hepatitis conociendo su origen

Para prevenir el contagio de hepatitis, es esencial saber que existen diferentes tipos, los cuales están clasificados con las letras A, B, C, D y E, dependiendo de su origen.

Para cuidar nuestra salud y la de nuestros familiares, el infectólogo describe las vías de infección:

Hepatitis A y E:

El contagio se genera exclusivamente al consumir comida contaminada, a causa de regadíos de alimentos con aguas servidas. El origen de contagio es orofecal (presencia de fecas u orina).

Hepatitis B:

Este tipo de hepatitis se contagia por vía sexual, uso de jeringas en más de un individuo y transfusiones, aunque esta última vía es cada vez es más rara por los estudios previos que se realizan actualmente a la sangre donada.

Hepatitis C:

Se contagia a través de heridas provocadas con objetos cortopunzantes, agujas y tatuajes. Es muy raro que se adquiera por vía sexual, pero se puede dar.

Hepatitis D:

Se contagia junto a la hepatitis B.

Para detectar de manera precoz los signos que indican el desarrollo de una hepatitis, el infectólogo recomienda estar atentos al “síntoma característico de una hepatitis, que es el desarrollo de ictericia o coloración amarilla de la piel. También se puede asociar a un estado de fatiga, presencia de fiebre, malestar abdominal, picazón de piel y deposiciones blanquecinas. En casos graves se puede manifestar con compromiso de conciencia y sangrado de mucosas”.

Sobre la tendencia de las personas a contraer algún tipo de hepatitis, el especialista comenta que el tipo A entre los años 2016 y 2017 ha tenido un brote de casos en la población, aumentando el número de infectados de 3 por 100.000 habitantes, a 9 por 100.000 personas.

Este aumento también se ha visto reflejado en los casos de hepatitis tipo B, afectando a 6 de cada 100.000 habitantes, de los cuales un 0.15% sufrirá esta enfermedad de manera crónica.

¿Cómo se puede prevenir la hepatitis?

Al ser las hepatitis de tipo A y B las más frecuentes en Chile y el mundo, es posible bajar sus tasas de incidencia a través de la aplicación de una vacuna, la cual actualmente está incluida en el Programa Nacional de Vacunación, a disposición de las personas que pertenecen a los sistemas de salud pública y privada.

“La hepatitis A, al ser contagiada a través de comida contaminada, se recomienda como medida de prevención el lavado cuidadoso de frutas y verduras, o comer en lugares establecidos con buena higiene. En el caso del tipo B, se recomiendan el uso de preservativos, además de siempre exigir y utilizar agujas desechables al realizar tatuajes. En ambos tipos, lo más recomendable es recibir previamente la vacuna para hepatitis A y B”, dice Siri.

Tratamiento y secuelas

En general las hepatitis agudas virales no tienen un tratamiento específico, recibiendo los pacientes un soporte sintomático, a diferencia de las de tipo autoinmune, para las cuales se realiza un tratamiento específico con corticoides. 

“En el caso de la hepatitis A y E la recuperación generalmente es total y sin secuelas, el paciente queda inmune de por vida, a diferencia de los pacientes que han contraído el tipo B, donde un 5% a 10% de los casos pueden evolucionar la enfermedad de manera crónica. Los casos más graves son los que padecen hepatitis C, ya que el 70% de las personas evoluciona la enfermedad de manera crónica, aprendiendo a vivir con insuficiencia hepática”, explica el especialista.