La necesidades de aceptación y adaptación ante el resto de las personas son situación que están y estarán presentes durante toda nuestra vida. No obstante, es en la infancia y adolescencia cuando generan un peso mayor.
Esto se debe en gran medida a que en esas etapas el ser humano está en búsqueda de su identidad, por lo que tiene mayor tendencia a querer probar de muchas cosas a la vez.
El problema surge cuando, debido a diversos factores, empieza una especie de angustia ante el miedo a ser rechazado por el resto, ante lo cual muchos simplemente no podemos negarnos cuando recibimos un ofrecimiento, una imposición o una petición algo incómoda.
En mi caso particular de pequeño fui una persona bastante reservada, tímida, tenía cierta dificultad para entablar relaciones de amistad (sobre todo en el colegio) e incluso solía tartamudear.
Ante ese contexto bastante desfavorable, hacer un nuevo amigo o que alguien se interesara en conversar era sumamente reconfortante, por lo que trataba por todos los medios de mantener ese vínculo, incluso cediendo en situaciones en las que no estaba muy de acuerdo.
Y fue así como muchas veces acepté practicar un deporte que no me gustaba, jugar a algo que no quería, aceptar a una persona a sabiendas que no era una buena influencia o incluso soportar comentarios burlescos hacia mí persona con el fin de mantener la ‘amistad’.
Lo cierto es que este tipo de cosas si no son conversadas y analizadas perfectamente pueden trasladarse a la adultez, en cosas tan sencillas como ser incapaz de decir no a cuando alguien te pide un favor casi imposible o eres fácilmente manipulable en contextos de estrés.
Hace un tiempo la situación me generó altos niveles de angustia, irritabilidad y ansiedad, tres factores que deben ser tratados con especialista en caso que mermen tu calidad de vida.
Hace años que reflexiono este tipo de problemas en terapias, pero fue hace cinco que por primera vez comenté al terapeuta respecto a la dificultad que tenía para decir no ante cualquier tipo de situación.
Ante eso se me dijo que aquello es algo bastante común, estando presente mayoritariamente en personas con baja autoestima, dificultades del lenguaje y excesivamente introvertidas.
Consejos claves para vencer este “miedo”
Varias sesiones costó entender que todo esto se trataba de un miedo racional a ser rechazado por el resto y la ansiedad que generaba el pensar que otro pudiera molestarse ante una negativa.
No obstante, reflexionando también supe que una de las claves para vencer esto es aprender a priorizarse uno mismo frente al resto, sin dejar de lado los buenos modales o herir susceptibilidades.
El psicólogo español Daniel Molina, de la Universitat Oberta de Catalunya, explica en su blog que: “Desde que somos pequeños nos enseñan a estar siempre dispuestos a ayudar, compartir, y apoyar al prójimo. Es un aprendizaje que anida en nuestro interior y nos acompaña durante nuestra vida”.
“En nuestra cultura no hemos aprendido a priorizar nuestros deseos. Hemos aprendido que decir NO se puede considerar de mala educación o considerarse propio de una persona egoísta o poco sociable según el caso”, agrega.
Por esta situación, el terapeuta propone tres alternativas de práctica para las personas, las cuales pueden ser usadas en diversas situaciones.
Reflexiona respecto a tu respuesta: “Toma tu tiempo para responder. Reflexiona si quieres hacer lo que te proponen o no. Tener un tiempo para responder puede ayudarte a identificar mejor tus necesidades y a responder dependiendo de tu voluntad en ese momento”.
Cuando digas que No debes ser amable: “No es necesario ser brusco con la persona que te propone algo que no te apetece hacer. Decir No amablemente hará que te sientas mejor con tu negativa y que se sienta de igual modo la persona que te ha propuesto realizar una determinada actividad”.
En mi caso particular siempre me ha servido la muletilla de decir: “Pucha, no puedo, pero puede ser en otra instancia o puedo ayudarte de otra forma…”.
Firmeza: “Evita ser manipulado por comentarios o actitudes negativas. Si no deseas hacer ciertas cosas o actividades que te proponen los demás no tienes ninguna obligación de hacerla. Si decides decir No, no dejes que te hagan cambiar de postura, no te dejes manipular, y prioriza tu voluntad”.
Por último, recuerda siempre que si bien las relaciones sociales son muy importantes en nuestras vidas, siempre debes priorizar tu estabilidad emocional y marcar los límites que estimes convenientes.
No creas que por negarte a algo estás siendo egoísta o una mala persona, ya que siempre puedes proponer opciones para llevar a cabo una relación saludable con tu entorno.
César Vega Martínez
Periodista de BioBioChile