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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

El reciente debate en Perú sobre la posibilidad de reflotar la goleta chilena Covadonga para canjearla por el monitor Huáscar ha reavivado polémicas históricas entre ambos países. A pesar del impulso político recibido en el Congreso peruano, marinos y especialistas consideran la propuesta inviable debido a obstáculos técnicos insalvables. La Covadonga, capturada por Chile durante la Guerra del Pacífico, terminó hundida frente a las costas de Chancay en 1880 tras un sabotaje peruano. La idea de rescatarla ha sido descartada por su estado deteriorado y la falta de fundamentos reales. Expertos sostienen que la nave, sumergida por más de ciento cuarenta años, carece de integridad estructural y no sería posible su reflotamiento. La propuesta ha sido desestimada por especialistas y consideran que solo fragmentos de la nave sobreviven. A pesar de la aprobación en el Congreso peruano, la viabilidad de recuperar la Covadonga es cuestionada por la comunidad especializada.

El proyecto aprobado en Lima alimenta viejas disputas marítimas, mientras especialistas y documentos técnicos descartan cualquier factibilidad de recuperar la emblemática embarcación sumergida frente a Chancay desde el siglo XIX.

El reciente debate en Perú acerca de la posibilidad de reflotar la goleta chilena Covadonga con el objetivo de proponer un “canje” por el monitor Huáscar reavivó viejos anhelos y polémicas históricas en sectores de ambos países sudamericanos.

La propuesta, que ha recibido impulso en el ámbito político tras la reciente aprobación en el Congreso peruano de una iniciativa que declara de “interés nacional” la recuperación de la embarcación chilena, enfrenta obstáculos técnicos insalvables y, según marinos y especialistas, carece de fundamentos reales.

“Son ideas folclóricas, a veces muy comunes en nuestro medio, que no tienen ningún sustento en la realidad”, afirma el contralmirante Juan Carlos Llosa en declaraciones a 24 Horas, resumiendo el trasfondo de la controversia sobre una supuesta negociación de símbolos navales.

La historia de la Covadonga

La Covadonga, conocida como goleta chilena debido a su papel en la Guerra del Pacífico, posee una historia con varias banderas. Construida como “Virgen de la Covadonga” en los arsenales de España en 1859, esta nave de madera de 48,5 metros de eslora sirvió inicialmente como buque correo entre Manila y Hong Kong.

Fue capturada por la Armada de Chile en 1865 durante el combate naval de Papudo y, desde entonces, cumplió misiones bajo bandera chilena en episodios destacados, incluyendo el bloqueo de puertos y combates cruciales en el conflicto con Perú y Bolivia.

Durante el enfrentamiento entre Chile y Perú, la Covadonga desempeñó un papel estratégico en el bloqueo y las operaciones navales del litoral peruano. Finalmente, el 13 de septiembre de 1880, este navío terminó hundido frente a las costas de Chancay, al norte de Lima, tras suceder una operación de sabotaje con explosivos ejecutada por efectivos peruanos.

El ataque fue liderado por la brigada torpedista bajo las órdenes del teniente Decio Oyague Neyra, empleando una embarcación cargada de dinamita a modo de señuelo. El ataque produjo una explosión fulminante, descrita por testigos y cronistas navales, que envió a la goleta al fondo del mar en apenas tres minutos y costó la vida de su comandante, Pablo de Ferrari, junto con decenas de tripulantes.

Desde aquel momento, la Covadonga permanece sumergida en las aguas de Chancay, convertida en un símbolo, objeto de disputas diplomáticas ocasionales y de debates sobre la memoria histórica.

Tras el hundimiento, según registros históricos, Chile envió buzos especializados para recuperar piezas valiosas, incluidos cañones que serían reutilizados, y luego procedió a dinamitar el casco restante para evitar cualquier posibilidad de recuperación o empleo por parte de Perú.

La goleta chilena, además, ha experimentado saqueos, acciones de “chatarreros” y explosiones posteriores dirigidas a despejar el fondo marino, según lo informó el portal Defensa.com.

¿Un sueño irrealizable?

La perspectiva peruana sobre la viabilidad de una recuperación exitosa es tajante. El periodista y escritor Gastón Gaviola, especialista en temas históricos, sostiene que rescatar la Covadonga es un sueño irrealizable.

“Lo primero que habría que decir es que, y es una opinión a título absolutamente personal, del Huáscar nunca vamos a ver ni medio tornillo”, expresó Gaviola en conversación con Radio Uno.

Además, añade: “No creo que sea viable, posible que quieran canjearlo”, haciendo énfasis en la imposibilidad técnica de reflotar el pecio.

Las razones técnicas abundan. De acuerdo con reportes públicos de la Marina de Guerra del Perú, el estado del navío es insalvable por numerosos factores. Se trata de un casco de madera sometido a las profundidades durante más de ciento cuarenta años, destruido previamente por una explosión potente y posteriormente dinamitado para su total inutilización.

Según explicó Gaviola, “no tiene puntos de anclaje, está tan deteriorada la madera que no tienes de dónde colocarle un garfio o algo similar para que el buque pueda elevarse a la superficie. Y si se eleva, el cambiar de presión terminaría de destrozar lo poquísimo que puede haber sobrevivido de esa nave”.

Ese diagnóstico coincide con las evaluaciones que la propia Marina peruana viene haciendo desde los años noventa y que han circulado en informes técnicos reproducidos por medios nacionales.

Una idea antigua

La idea de reflotar la Covadonga para canjearla por el Huáscar se ha escuchado en eventos políticos al menos desde los años ochenta, según relatos del contralmirante Llosa.

“Incluso hablaban de canjearlo con el Huáscar y todo eso. Son ideas folclóricas, a veces muy comunes en nuestro medio. Que no tienen ningún sustento en la realidad”, puntualizó.

En 2021, la propuesta de recuperar la embarcación sumergida cobró notoriedad cuando el entonces ministro de Cultura, Ciro Gálvez, sugirió, durante la presidencia de Pedro Castillo, reflotar la Covadonga y poner en valor ese vestigio de la guerra.

De acuerdo con Defensa.com, la iniciativa fue rápidamente desestimada por especialistas, y se señaló entonces que la nave, del tamaño de 630 toneladas y muy afectada por el paso del tiempo y la intervención humana, no mantenía integridad estructural.

Inspectores del servicio de salvamento habían determinado décadas antes que solo sobreviven fragmentos como la quilla, partes del casco y algunos maderos. “Las posibilidades de reflotamiento o la recuperación del casco eran absolutamente nulas”, publicó Defensa.com en alusión a esos reportes.

El desarrollo técnico de la nave también ha sido objeto de registro. La Covadonga combinaba una máquina de vapor de 160 caballos de fuerza que le permitía navegar a siete nudos y velas para apoyo.

Originalmente, estaba armada con cañones de 68 libras, piezas recogidas tras su hundimiento junto con medallones, proyectiles de distintos calibres y recuerdos conservados en el Museo Naval de Perú y en el museo de sitio de Chancay. Las acciones de recuperación de objetos ocurrieron a lo largo de distintas décadas, gracias a pescadores y expediciones autorizadas o espontáneas.

Entre los argumentos empleados para impulsar la declaratoria de “interés nacional”, el Congreso peruano ha esgrimido que el rescate y eventual restauración de la nave permitiría valorizar un símbolo de la historia naval y rendir homenaje a los protagonistas del conflicto.

La iniciativa formalizada mediante el Proyecto de Ley N° 10049 recibió amplia aprobación en la primera votación parlamentaria, con 71 votos a favor.

La eventual segunda votación y su aprobación definitiva abre la puerta a acciones coordinadas entre el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Defensa, autoridades regionales y la Municipalidad de Chancay, siempre y cuando el “estado de conservación lo permita”, una condición que expertos consideran ilusoria.

Una historia compartida

Para la memoria colectiva, la Covadonga encarna la compleja historia compartida de Perú, Chile y España, junto con la disputa simbólica y los matices de una herencia naval.

En el presente, solo fragmentos y objetos dispersos ofrecen testimonio físico de la existencia de la goleta, mientras la posibilidad de un “intercambio” con el Huáscar se sitúa, según voces autorizadas, en el plano de la leyenda.

“Creen en el imaginario que reflotando la cañonera Covadonga o Virgen de la Covadonga, como era su nombre original cuando era un barco español, se le podría endulzar o convencer al gobierno chileno de canjearlo por el monitor Huáscar, pero no hay nada más alejado de la realidad”, sentenció Gaviola.