Los cambios en la rutina generados por las medidas implementadas por la autoridad sanitaria ante la pandemia de Codvi-19, como las cuarentenas, han provocado que algunas personas experimenten cambios en los patrones de sueño, en la alimentación y la actividad física. Todas estas alteraciones, además, pueden afectar el ciclo menstrual y hormonal de las mujeres.

“Esto sucede porque de alguna manera se altera el patrón pulsátil del hipotálamo-hipófisis y, por ende, se afecta la comunicación entre estos órganos cerebrales y su receptor que es el ovario (eje hipotálamo-hipófisis-ovárico)”, explica Alejandro Manzur, ginecólogo, especialista en Endocrinología Reproductiva e Infertilidad y docente de la Escuela de Medicina de la Universidad Finis Terrae.

Con el encierro “forzado” se altera la tolerancia de las personas, dice Manzur, lo que, a su vez, puede aumentar la ansiedad ante la incertidumbre y generar una tendencia a la depresión, exacerbada por la falta de ejercicio, que tiende a bajar aún más los niveles de serotonina, el “mediador de la felicidad”.

En el caso de las mujeres, “el estrés, los cambios de hábitos nutricionales y de ejercicio a causa del encierro pueden alterar la secreción pulsátil de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRh) -esencial en la regulación del ciclo sexual femenino- desde el hipotálamo, lo que a su vez genera un cambio en el modo en que se secretan las hormonas FSH y LH en la hipófisis, resultando un crecimiento folicular alterado en el ovario. Todo esto altera la calidad y el ritmo de ovulación”, explica el especialista.

De esta forma, afirma Manzur, puede retrasarse la ovulación, no ovular del todo por un buen tiempo (anovulación y amenorrea, como se denomina la falta de menstruación) o incluso tener ciclos menstruales más cortos por defecto de fase lútea (menor secreción de progesterona después de la ovulación).

Ciclo menstrual

De acuerdo al ginecólogo, el estrés asociado al aislamiento claramente puede modificar los ciclos de las menstruaciones. “Es un efecto conocido, pudiendo llegar a la amenorrea, que es el cese transitorio de menstruaciones, siendo el caso conocido más extremo lo que le ocurrió a mujeres en campos de concentración, a los cuales se agregaba la desnutrición y la falta de sueño”, sostiene.

A modo de ejemplo, Manzur explica que el cambio en husos horarios (azafatas de vuelos intercontinentales), la deprivación de sueño (trabajador que hace turnos nocturnos y diurnos) y la modificación de hábitos (ejercicio y alimentación) pueden inducir cambios en el ritmo circadiano y alterar también la ovulación.

“Hay descrito hechos curiosos de sincronía menstrual en mujeres que comparten un mismo espacio por mucho tiempo, como madre e hija o hermanas menstruando en fechas similares”, ejemplifica el académico.

Finalmente, el ginecólogo aconseja realizar un “confinamiento bien llevado y en armonía”, dentro de las posibilidades y realidades de cada persona. “Si se cuida la alimentación, se tiene una higiene del sueño adecuada, y se logra realizar un ejercicio periódico, no debiera producirse tal efecto de alteración del ciclo menstrual” sostiene.