La enfermedad del ciervo zombie, que afecta a ciervos y otros cérvidos, causa graves trastornos neurológicos y es difícil de erradicar una vez presente en el ecosistema. Investigadores canadienses han observado la enfermedad en monos macacos, planteando la posibilidad de transmisión a primates, incluidos los humanos.

La caquexia crónica, conocida popularmente como la “enfermedad del ciervo zombie”, es una patología que se transmite dentro de la familia de los cérvidos —ciervos, alces, caribúes y renos— y que resulta sumamente letal para quienes resultan infectados.

Si bien es una enfermedad conocida hace un tiempo, el descubrimiento de un nuevo brote de la enfermedad en el parque Yellowstone ha encendido las alarmas en EE. UU., ya que se teme que pueda propagarse a gran escala a otros países y que, peor aún, pueda transmitirse a humanos.

De acuerdo con el Servicio Geológico de Estados Unidos, la caquexia crónica (CDW por sus siglas en inglés) ha sido encontrada en 32 estados y tres provincias canadienses. Además, ha habido reportes de su presencia en algunos países europeos y Corea del Sur.

Síntomas de la enfermedad del ciervo zombie

La enfermedad del ciervo zombie provoca severos trastornos neurológicos en los animales infectados. Los priones —mismos agentes responsables de la enfermedad de las vacas locas— provocan cambios en el cerebro y el sistema nervioso de los huéspedes, dejando a los animales babeando, letárgicos, demacrados, tropezando y con una reveladora “mirada en blanco”. De ahí proviene el nombre “enfermedad del ciervo zombie”.

Se puede transmitir a través de heces, saliva, sangre o consumiendo carne infectada.

Según consignó un artículo de The Independent, la caquexia crónica es extremadamente difícil de erradicar una vez que el ecosistema ya está infectado. Puede mantenerse por años en la tierra o en las diferentes superficies, y los científicos reportan que es resistente a desinfectantes, formaldehído, radiación e incineración a 600 °C.

Hasta el momento, no existe cura para la enfermedad, la cual tiene una tasa de mortalidad de un 100% entre los animales que la han padecido.

Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades, la enfermedad fue descubierta por primera vez en Colorado en 1967. De acuerdo a los reportes, a la fecha no se han detectado casos en humanos. ¿Por qué entonces se habla de esa posibilidad?

Posible transmisión a humanos

Según explicó Mark Zabel, director del Centro de Investigación Prion en la Universidad Estatal de Colorado, a la revista Live Science, hay motivos para sospechar que la enfermedad “puede estar evolucionando, y podría ser cuestión de tiempo antes de que un prion evolucione y sea capaz de infectar a un humano”.

Acorde con la información entregada por el mismo medio, recientemente, investigadores en Canadá expresaron preocupaciones sobre la posibilidad de que la enfermedad pudiera transmitirse a los humanos. Esto, después de que un estudio mostrara que los monos macacos pueden contraer la enfermedad al consumir carne infectada.

Según informa The Tyee, un medio de noticias canadiense, de cinco monos a los que se les alimentó con carne infectada de venado de cola blanca, tres dieron positivo por la enfermedad de desgaste crónico. Esto marca la primera vez que se ha encontrado que la enfermedad se propaga a primates a través del consumo de carne infectada, según The Associated Press.

En términos más científicos, los priones infecciosos provocan la enfermedad cuando comienzan a plegarse de manera anormal y desencadenan el plegamiento incorrecto de otras proteínas similares. Estudios han demostrado que las proteínas priónicas que causan la enfermedad de desgaste crónico son “flexibles”, lo que significa que pueden “adoptar muchas formas diferentes con relativa facilidad”.

Según un artículo de The Guardian, la enfermedad debería ser considerada en el contexto de peligrosos patógenos zoonóticos emergentes que se mueven de un lado a otro a través de las barreras de especies entre humanos, ganado y vida silvestre a nivel mundial. Según la Dra. Raina Plowright, una ecóloga de enfermedades en la Universidad de Cornell, los brotes ocurren a medida que los asentamientos humanos y las operaciones agrícolas avanzan más profundamente en entornos donde el contacto con animales portadores de enfermedades está aumentando.