Sin lugar a dudas, desde hace décadas vivimos inmersos en una sociedad que rinde pleitesía a la delgadez. No por nada la industria del adelgazamiento -con todos los productos y medicamentos asociados a ésta- se mantiene continuamente al alza en términos de ingresos, y las dietas como la keto, paleo y mediterránea se siguen imponiendo como los estándares de bienestar obligados.

Y es que el uso -y a ratos abuso- de las redes sociales, complementado con el trabajo previo que inició la industria del marketing aspiracional, nos han hecho cuestionarnos repetidamente si “cabemos” dentro de estos cánones esperables en cuanto a cómo debemos vernos, vestirnos y alimentarnos.

Por ello, es de esperar que la gran mayoría de las personas tengamos ideas distorsionadas en torno al exceso de peso, lo que comúnmente conocemos como sobrepeso, y que nos impiden tener una relación más sana con nuestro cuerpo y el resto.

Algo que parece ser de “preocupación nacional”, considerando que en nuestro país 3 de cada 4 personas viven actualmente con sobrepeso.

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Chile, país con sobrepeso

De acuerdo a cifras derivadas de la última Encuesta Nacional de Salud, difundidas en enero de este año, el 74,2% de los chilenos tiene sobrepeso, lo que nos posiciona en el segundo país de la OCDE con mayor prevalencia de esta condición.

Y es que la llegada del covid-19, sumado a las extensas cuarentenas y el teletrabajo, no han hecho más que agudizar esta situación debido a que el encierro involuntario ha disminuido la movilidad de las personas. A ello se suma que el panorama de incertidumbre que vivimos en la actualidad también ha aumentado su ansiedad por comer.

En palabras de la Sociedad Chilena de Cirugía Bariátrica y Metabólica, esto ha dejado como consecuencia la preocupante cifra de 600 mil obesos mórbidos en el país y un aumento promedio de 12 kilos por persona.

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Las consecuencias

Las consecuencias asociadas a esta situación son considerables, debido a que el sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de sufrir enfermedades crónicas, las cuales, como su nombre lo indica, deben tratarse y cuidarse de por vida, afectando seriamente la salud de los afectados.

Las tres enfermedades principales relacionadas con estas condiciones son la diabetes, la hipertensión arterial y las alteraciones cardíacas, las mismas que exponen a las personas a un agravamiento de su condición general en caso de contagio de coronavirus.

En este contexto el desafío es mantener controladas dichas patologías, tanto de quienes las padecen como de los sistemas de salud, los que además de estar colapsados por la situación actual deben operar en base a la distancia social y cuidados básicos para, precisamente, no poner en riesgo a pacientes con enfermedades crónicas que son más riesgosos ante un potencial contagio del virus.

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Repensar el sobrepeso

Considerando que 3 de cada 4 chilenos presenta actualmente sobrepeso, es necesario poner en contexto esta condición y ver de qué forma podemos repensarla para abordarla.

Así lo recomiendan especialistas del área de la salud consultados por el medio Woman’s Health (WH), los cuales sugieren que a la hora de tratar el sobrepeso los esfuerzos no deben enfocarse únicamente en perder kilos sino que también en otros factores igual de importantes.

“Si eres extremadamente corpulento, evidentemente, bajar algunos kilos puede ayudarte a proteger tus articulaciones de la artritis y facilitarte el ejercicio. Pero para la mayoría que supera el peso ‘ideal’, centrarse en otras medidas de salud puede ser mucho más importante que lo que diga la báscula”, señalaron desde la publicación.

Si bien una gran mayoría de médicos pregonan la importancia que tiene el hecho de perder peso, existen otros especialistas que consideran que confundir el tamaño del cuerpo con la salud es erróneo, e incluso, peligroso.

Para ello, expusieron algunos mitos comunes en torno al sobrepeso y cómo derribarlos, los cuales te mostramos a continuación.

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1. El peso no es una medida precisa para evaluar la salud general

Los médicos suelen preocuparse de que las personas con sobrepeso sean “cardiometabólicamente poco saludables”, es decir, que presenten malos niveles de presión arterial, colesterol, triglicéridos y glucosa en sangre, además de otros parámetros cardíacos y arteriales.

No obstante, investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles y de la Universidad de Minnesota descubrieron que no existe una relación clara entre la pérdida de peso y los resultados en salud, tras evaluar casi dos docenas de estudios en los que se establece que esta acción no redujo significativamente la presión arterial, el riesgo de diabetes ni el colesterol.

Los especialistas analizaron los datos de más de 40 mil participantes de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Estados Unidos y hallaron que casi la mitad de las personas con sobrepeso -y más de una cuarta parte de los calificados como obesos- tenían niveles sanguíneos perfectamente sanos de lípidos y glucosa, por lo que estaban dentro de lo normal en términos cardiometabólicos. Mientras, un 30% de los participantes con peso normal tenían niveles poco saludables de estos marcadores.

“En resumen: el peso por sí solo no es indicativo de la salud, así que nadie puede decir si una persona está sana o no basándose en los kilos que marca la báscula”, concluyó WH.

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2. Los hábitos saludables son más importantes que la báscula

De acuerdo a un artículo publicado en la revista científica Social Issues and Policy Review por Jeffrey Hunger, profesor adjunto de psicología en la Universidad Miami de Ohio e investigador senior del estigma del peso, se concluye que a largo plazo son los comportamientos saludables y no la pérdida de peso lo que nos mantiene sanos y prolongan nuestras expectativas de vida.

Para llegar a esta hipótesis, Hunger y un grupo multidisciplinario analizó en detalle variados estudios sobre el peso y la salud, descubriendo que las personas que tienen sobrepeso y viven bajo hábitos saludables tienen las mismas probabilidades de prosperar que cualquier otra.

“Es decir, aquellas que se mantienen físicamente activas, que comen alimentos nutritivos, no fuman y que socializan lo suficiente para evitar el aislamiento, minimizar el estrés y controlar la depresión”, agregó WH.

Por su parte la doctora Mary S. Himmelstein, profesora adjunta de ciencias psicológicas en la Universidad Estatal de Kent, en Ohio, explicó que “Tu atención no debe centrarse en un peso objetivo, sino en cuántos días piensas hacer ejercicio esta semana y cuántos productos vas a comer”.

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3. Se puede ser ‘fat’ y ‘fit’ a la vez

Frecuentemente, las personas suelen relacionar el hecho de tener un exceso de grasa corporal con estar fuera de forma física. No obstante, mucha gente con cuerpo voluminoso puede llevar a cabo diferentes ejercicios con el mismo nivel de intensidad de aquellas con un peso normal.

Según la doctora Himmelstein, “Esto se debe a que, en realidad, la forma física y el peso tienen poco que ver”.

Para complementar esta afirmación, un equipo de investigadores internacionales siguió a más de 43.000 pacientes de todos los espectros del peso. En un inicio del estudio midieron datos como su presión arterial, colesterol y glucosa, entre otros, y luego midieron su forma física en una cinta de correr.

Los resultados arrojaron que quienes estaban metabólicamente sanos y en forma tuvieron las mismas tasas de mortalidad durante la década siguiente que quienes estaban con sobrepeso. Pese a ello, quienes se consideraron obesos y no estaban en forma presentaron más probabilidades de morir.

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4. El peso es mucho más complejo que las calorías que entran y salen

En palabras de Himmelstein, “Hay muchas cosas que influyen en el peso que uno tiene”, como los genes, el origen étnico, los medicamentos que ingieres, el lugar donde vives, tus ingresos económicos y cuánto duermes. Pese a ello, la mayoría de los médicos se centran sólo en las calorías que consumes de forma diaria.

Y es que el tema del peso es tan complejo, que incluso los investigadores más veteranos aún no son capaces de comprender en su totalidad todas las variables que intervienen en éste. Por ejemplo, puede que las personas pesen más hoy en día que hace 35 años porque adquirir comida procesada es más fácil, o porque las porciones de los restaurantes son más grandes que antaño.

Incluso, hay especialistas que van más allá. Una de ellas es la doctora Barbara Corkey, profesora emérita de medicina y bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston y directora del Centro de Investigación de la Obesidad, quien sugiere que las sustancias químicas empleadas en la agricultura, los aditivos de los alimentos procesados y otras toxinas podrían hacer que nuestros cuerpos liberen erróneamente demasiada insulina, una hormona que nos hace querer comer más.

Corkey plantea que puede que la obesidad no sea la que provoque problemas como la resistencia a la insulina, como creen en la actualidad sus colegas, sino que al revés: los niveles de insulina alarmantemente altos que presenta parte de la población podrían generar obesidad y, al mismo tiempo, resistencia a la insulina.

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5. Muchos médicos juzgan el sobrepeso, afectando los tratamientos

Según Himmelstein, “La mayoría de las personas con un peso corporal elevado tienen una historia sobre cómo sus médicos los juzgaron o los culparon o no los escucharon”.

Lo anterior podría generar un círculo vicioso en el que las personas evitan ir al médico porque no quieren ser juzgadas por su apariencia, perdiendo la oportunidad de recibir un tratamiento o detección temprana de ciertas enfermedades, explicó la experta.

Paralelo a ello, en otros casos los problemas de salud que presentan los pacientes no están relacionados con su sobrepeso, no obstante, se achacan de forma errónea al tamaño de la persona, provocando que no reciban el tratamiento adecuado.

“De este modo, los prejuicios de los médicos pueden hacer que la gente enferme más, lo que podría contribuir a la percepción de que todos los que tienen un cuerpo grande no son saludables”, finalizó WH.

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Dónde poner el foco

Tomando en cuenta todo lo señalado, en términos del peso los especialistas recomiendan poner el foco en los hábitos saludables y no en lo que marca la balanza.

“En lugar de hacer un cambio drástico y temporal para conseguir un objetivo a corto plazo, como el aspecto que se tendrá en una reunión de la clase, hay que centrarse en pequeños cambios sostenidos, como comer más cereales integrales y alimentos de origen vegetal y menos carne roja o alimentos procesados, de modo que la alimentación saludable se convierta en un nuevo estilo de vida que nos permita gozar de buena salud a largo plazo”, indicó el doctor Ruwanthi Titano, profesor adjunto de cardiología de la Facultad de Medicina Icahn del Monte Sinaí de Nueva York.

Por su parte, Himmelstein indicó que “Incluso las personas delgadas se benefician cuando dejan de centrarse en el peso”.

“En lugar de intentar hacer que tu cuerpo pese menos, empieza a apreciar todo lo que hace por ti”, concluyó Hunger.

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