Albert Einstein dijo que “no hay nada más complejo que el impuesto a la renta”. La frase critica principalmente la complejidad y dolor de cabeza que pueden significar los sistemas tributarios.

Es en esta línea, que en la nueva discusión tributaria que se inicia se propone nuevamente ampliar la base tributaria del Impuesto a la Renta, es decir, que todos quienes ganen bajo $800.000 paguen impuesto. Puede ser que desde el punto técnico uno concuerde con esta postura. Pero no podemos olvidar el punto de vista práctico, del día a día, de la vida de quienes vivimos en Chile.

Quienes somos primera generación con título universitario, conocemos la realidad de nuestros padres y el sufrimiento que significa que el sueldo venga con $10.000 o $5.000 menos, ya que significa un alimento que se deja de comprar o un cargo más a la tarjeta de crédito, el cual se deberá pagar con intereses y que en vez de generar sentimiento de comunidad, producirá una mayor rabia hacia el Estado, más si este es ineficiente en la entrega de ciertos derechos y protecciones, como en materia de educación, salud y seguridad.

La inflación es un impuesto sin legislación y ha sido precisamente esta la que ha golpeado fuertemente a los segmentos bajos y medios de los últimos años, debido a malas políticas públicas promovidas, como es el caso de los retiros. ¿Les vamos a pedir un sacrificio extra? Y más con la excusa del “sentimiento de comunidad” cuando no se puede asegurar su seguridad alimentaria y personal.

La reforma tributaria del año 2014, Ley Nº 20.630 fue tramitada y promulgada como la ley que “Perfecciona la legislación tributaria y financia la reforma educacional”. ¿Ha mejorado la educación? Creo que sería un ejercicio serio que antes de revisar al alza los impuestos, se pueda analizar el éxito o fracaso de las políticas que han llevado al alza de impuestos.

Desde un punto de vista práctico y de experiencia de vida, pienso que el tener que potenciar oportunidades de educación de nuestro capital humano, como por ejemplo: que nuestros niños y jóvenes aprendan efectivamente un segundo idioma, junto con un sistema tributario que incentive la inversión y el ahorro, permitirá a la larga mejores sueldos que permitan a las personas formar parte de la base afecta al impuesto a la renta.

Por otro lado, si un pensionado que tiene una renta de $825.000, ya sea con o sin PGU debe pagar impuestos, constituyendo esto una política regresiva, sabiendo que los costos son mayores para una persona pensionada, y que además que eso es inferior al sueldo que obtenía cuando trabajaba.

Finalmente, constituye un error generalizado reclamar dinero a aquellos que están por debajo, incrementando un impuesto cuando no se ha dado ejemplo en austeridad. Este es un error que se viene repitiendo de generación en generación.

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