La reforma tributaria del Presidente Gabriel Boric consagra entre muchos principios la simplicidad tributaria, que permite que el sistema tributario sea sencillo, fácil de entender para cumplir con el pago de nuestros impuestos, y también fácil de fiscalizar por el Servicio de Impuestos Internos.

¿Pero es realmente simple el sistema tributario que propone el Presidente Boric?

No, el sistema tributario no se simplifica porque gracias a esta reforma, tendremos por lo menos 6 regímenes tributarios de forma paralela, lo que implica que para determinar la situación tributaria de los contribuyentes, tendremos que distinguir entre “grandes y pequeñas empresas”; luego, entre contribuyentes domiciliados y no domiciliados en Chile y, a su vez, subdistinguir entre aquellos que tengan un convenio de doble tributación internacional y los que no, agregando además el sistema de renta presunta.

¿Qué implican tantos regímenes vigentes de la reforma?

Que los contribuyentes -empresas- que reciban utilidades similares, tendrán que pagar más impuestos por encontrarse en un sistema tributario distinto, a pesar de tributar todos en nuestro país. Esto, teniendo la carga de llevar una serie de nuevos registros, declaraciones, contratación de asesoría especializada, que conlleva un proceso de cumplimiento tributario, además de dilatado, costoso y complejo, no sólo para todos los contribuyentes, sino también para las instituciones que fiscalizan -el Servicio de Impuestos Internos (SII)-, recaudan -Tesorería General de la República (TGR)- y fallan – Tribunales Tributarios y aduaneros (TTA)-.

Todo ello, está lejos de poder circunscribirse en la máxima de simplicidad que, según el Gobierno, los inspira en la aplicación de su reforma.

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